Vivir en Japón siendo latino puede ser una aventura culinaria fascinante, pero de mucha adaptación. La gastronomía japonesa está llena de platillos nutritivos, frescos y balanceados, pero a veces los sabores pueden sentirse demasiado suaves o diferentes a lo que acostumbramos en nuestros países. La buena noticia es que muchos de estos platillos pueden adaptarse a nuestro paladar, incorporando ingredientes locales y pequeños toques latinos que nos hacen sentir “en casa”, sin perder el equilibrio saludable que caracteriza a la cocina nipona.
- Miso shiru (sopa de miso)
La sopa de miso es un básico japonés: ligera, baja en calorías y con beneficios probióticos. Se prepara con un caldo dashi, pasta de miso, tofu y algas. Para quienes extrañamos un sabor más intenso, se puede añadir un poco de chile en hojuelas, unas gotas de limón o incluso sustituir parte del tofu por calabacitas o champiñones, ingredientes fáciles de encontrar en Japón.
- Donburi con ingredientes familiares
El donburi es un tazón de arroz cubierto con carne, pescado o vegetales. Su practicidad lo convierte en un aliado para quienes llevan una vida ajetreada. Una adaptación latina puede ser un donburi de pollo teriyaki con pimientos guisados o un donburi de salmón a la plancha con aguacate y jitomate. De esta forma, se conserva la presentación japonesa, pero con un sabor más cercano a lo que comeríamos en América.
- Onigiri con rellenos caseros
Los onigiri, esas bolitas de arroz envueltas en alga nori, son el equivalente japonés de una torta o empanada: portátiles, económicos y versátiles. Aquí es donde los latinos podemos jugar. En lugar de los rellenos clásicos de salmón o umeboshi (ciruela encurtida), podemos hacer onigiri con pollo deshebrado en salsa ligera de jitomate, atún con mayonesa y chile o incluso con frijoles refritos bajos en grasa. Son ideales para llevar al trabajo o a un picnic, sin perder la practicidad japonesa.
- Yasai itame (salteado de vegetales) con sazón latino
Este platillo consiste en vegetales salteados rápidamente en sartén, con un toque de salsa de soya. Es una receta muy adaptable, ya que se puede preparar con lo que tengamos en casa. Podemos usar calabacitas, pimientos y elote, agregando un poco de cilantro fresco o unas gotas de limón al final para realzar el sabor. Como proteína, podemos acompañarlo con pechuga de pollo, huevo o camarón. Es una opción ligera que combina la técnica japonesa con la sazón latina.
- Chirashi sushi con sabores tropicales
El chirashi es básicamente un tazón de arroz cubierto con pescado y vegetales. Pero a veces el pescado crudo no siempre resulta atractivo para todos, en ese caso podemos adaptarlo cocinando los ingredientes. Una versión deliciosa puede incluir camarones al ajillo, pulpo a la plancha o incluso tilapia empanizada al horno. Para darle frescura, añadimos aguacate, pepino y un toque de cebolla encurtida, logrando un platillo con sabores más familiares.
- Té verde con limón y hierbabuena
Aunque no es un platillo, vale la pena mencionar la infusión japonesa por excelencia: el té verde. Los latinos podemos darle un toque refrescante agregando limón y hierbabuena, recordando a nuestras aguas frescas, pero con los beneficios antioxidantes de esta bebida milenaria.
Conclusión
La vida en Japón nos ofrece la oportunidad de descubrir una cocina ligera, equilibrada y llena de tradición. Sin embargo, el paladar latino busca sazón, frescura y variedad. La buena noticia es que ambas cocinas se complementan: basta con añadir un toque de picante, unas hierbas frescas o ingredientes que nos conecten con nuestra tierra. De esta forma, los platillos japoneses se convierten no solo en una opción saludable, sino también en un puente cultural que nos permite disfrutar lo mejor de los dos mundos.
DATOS DE CONTACTO:
Sonia Evelyn Ruiz Álvarez
Licenciada en nutrición. Universidad de Guadalajara, México.
Entrenadora profesional en fisicoculturismo y fitness.
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