Con la llegada de septiembre y el inicio del otoño, muchas personas comienzan a experimentar cansancio, falta de energía y malestar general, una condición conocida como fatiga otoñal. Este fenómeno surge cuando el sistema nervioso autónomo, que regula funciones como la presión arterial, la digestión y la sudoración se ve afectado por los cambios de estación.
Entre las causas principales se encuentran: la gran diferencia de temperatura entre la mañana y la tarde, la acumulación de fatiga durante el intenso verano, y los cambios en la presión atmosférica causados por frentes y tifones. Estas variaciones pueden provocar que el cuerpo se sienta desorientado, dificultando el sueño, reduciendo el apetito y generando sensación de debilidad o desmotivación.
Los síntomas más frecuentes incluyen dificultad para despertarse por la mañana, sensación de pesadez, falta de concentración y cansancio continuo, incluso tras dormir bien.
Para prevenir y aliviar la fatiga otoñal, los expertos recomiendan:
- Mantener horarios regulares de sueño y mejorar su calidad.
- Realizar ejercicio moderado, como caminatas o estiramientos, que ayudan a equilibrar el sistema nervioso.
- Tomar baños tibios de inmersión, entre 38 y 41 grados, durante 10 a 15 minutos para relajar el cuerpo y mejorar el sueño.
- Seguir una dieta equilibrada, incorporando proteínas y alimentos que calienten el cuerpo, evitando exceso de alimentos fríos que pueden afectar la digestión.
- Reducir el estrés diario mediante técnicas de relajación, lectura o aromaterapia.
Adoptar estas medidas ayuda a regenerar la energía, equilibrar el cuerpo y afrontar los cambios de temperatura del otoño con mayor bienestar físico y mental.