Del 17 al 25 de agosto se realizó el I Campeonato Mundial de Voleibol Femenino Sub-17 reuniendo a 16 selecciones participantes en Lima, capital del Perú. Si bien los locales fueron eliminados por Japón en Cuartos de Final por 3 – 1, en las redes se hizo tendencia la canción Sukiyaki (Ue wo muite aruko) de Kyu Sakamoto, que entonaron juntas las jugadoras remarcando la buena relación que existe entre Perú y el país del sol naciente. El responsable de esta amistad recae en Akira Kato, ex seleccionador nacional que dejó una gran huella en la historia del voleibol peruano.
Tras disputarse los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, el Dr. José Pezet Miró Quesada, Presidente de la Federación Nacional, solicitó a la federación japonesa que les pueda designar a una persona idónea para el proyecto más ambicioso que jamás se haya puesto en práctica. Es así que Akira Kato, entrenador nacido en la ciudad de Odawara, en la prefectura de Kanagawa, fue el encargado de poner en marcha el objetivo de levantar el nivel del voleibol.
Rápidamente, se reflejaron los resultados, logrando un histórico triunfo frente a Brasil en su casa en el año 1967, obteniendo el campeonato sudamericano.
Cuando Kato fue asignado para ir a Lima, él no hablaba el idioma español, por lo que se contrató como intérprete y asistente a Jorge Sato, un nikkei peruano Nisei, que recién se había capacitado en un curso dictado en 1959 por la Federación de Vóley del Perú. Jorge era hijo de Yoshitsugu Sato, un inmigrante oriundo de la prefectura de Kumamoto que había llegado a la tierra peruana en 1916 y de Yasu Irinaka, quien había nacido en la isla de Suo Oshima en la prefectura de Yamaguchi.
Jorge Sato, quien fue la mano derecha de Akira Kato, lo recordaba en una entrevista para el diario Perú Shimpo contando lo siguiente: “Fui testigo del trabajo de Akira que fue y será siempre un maestro como persona y técnico, tenía un carisma singular y creo que él fue el artífice para que el vóley peruano logre los éxitos, hasta hoy queda su escuela. Él formó una base muy ancha y sólida”.
El historiador Guillermo Thorndike remarca una sorpresa de parte de Akira Kato para Jorge Sato en su libro con el título: “Los imperios del sol – Una historia de los japoneses en el Perú”.
Luego del título ganado en 1967, la selección peruana viajó a Japón para disputar un campeonato mundial. Para Jorge Sato se trató de un viaje inolvidable, ya que no solo pudo conocer la tierra de sus ancestros, sino que pudo reencontrarse con su padre Yoshitsugu, quien en 1942 había sido deportado a Estados Unidos. Yoshitsugu Sato al ser capturado en Lima, se había negado a brindar su dirección, queriendo defender a su familia, pero al no dar sus datos personales, fue parte de los 1800 japoneses que forzosamente fueron llevados a Norteamérica.
Tras 26 años Jorge pudo encontrarse con su padre, gracias a Akira Kato, quien había solicitado su búsqueda antes de partir a Japón con la delegación. Jorge fue invitado a un programa de televisión del canal Asahi que transmitió el emocionante reencuentro a nivel nacional.
Después del fallecimiento de Akira Kato en 1982, Jorge Sato fue quien heredó la escuela de Akira, incluso siendo jefes de diversos proyectos ligados al desarrollo del voleibol. En cuanto a resultados internacionales, de la mano de Man Bok Park, en los años 1980 se obtienen los grandes logros con el subcampeonato en Campeonato del Mundo de 1982 y la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Seúl 88.
Han pasado 42 años desde que Akira Kato dejó este mundo, pero hoy en día aún se le recuerda con mucho cariño al Maestro del Vóley Peruano.
Por Tadaaki Ito Licenciado en Comunicación con especialidad en Periodismo (Universidad de Lima) Máster en Cooperación Internacional (Universidad Obirin - Tokyo) Hoy radica en la prefectura de Kanagawa X: @tada1311