“Shoshin”: el secreto japonés para acercarnos a una vida más feliz

El “shoshin” literalmente significa “mente principiante” y como su nombre bien indica, trata de observar el mundo como si fuéramos un principiante en la vida, buscando siempre aprender de todo lo que se tiene a nuestro alrededor.

Este es un término que proviene del budismo zen, y fue el monje Shunryu Suzuki quien estableció por primera vez esta práctica con la célebre frase: “En la mente del principiante hay muchas posibilidades. Pero en la del experto hay pocas”.

En la actualidad, ha ganado nuevamente notoriedad internacional gracias al escritor James Clear, autor del libro best seller Hábitos atómicos, quien ha compartido el término como parte fundamental de la vida.

Shoshin se refiere a la idea de dejar de lado los prejuicios y tener una actitud de “apertura” a la hora de vivir, con el fin de encontrar la felicidad. Cuando actuamos como principiantes, nuestra mente está vacía y abierta, estamos dispuestos a aprender y considerar, como un niño que descubre algo por primera vez.

Sin embargo, a medida que desarrollamos conocimientos y experiencias, nuestra mente naturalmente se vuelve más cerrada. Tendemos a bloquear la información que no está de acuerdo con lo que aprendimos anteriormente y ceder ante la información que confirma nuestro enfoque actual.

Creemos que estamos aprendiendo, pero en realidad estamos arrasando con información y conversaciones, esperando hasta escuchar algo que coincida con nuestra filosofía actual o experiencia previa.

Gracias a esta práctica y a la ilusión de seguir aprendiendo, no nos cerraremos solo a nuestros conocimientos, cambiará nuestra actitud y, gracias a esa tendencia, llegaremos a lograr la calma. Y además de conseguir la felicidad, aprenderemos mucho más.

Mirar siempre con los ojos de niño

Cuando estamos rodeados de niños, nosotros mismos nos sorprendemos de su comportamiento. Su ingenuidad, naturaleza, sus ganas de saber todo, de preguntar, de probar… están, incluso, constantemente viendo qué es lo máximo que pueden hacer por aprender un día más o simplemente, saber qué pasaría si pulsa un botón.

Nosotros, como adultos, estamos acostumbrados a oír que lo sabemos todo. Cuando nos explican algo nos sentimos inferiores por no haberlo sabido o, incluso, en ocasiones decimos que lo entendemos, aunque no sea verdad. Nos da miedo preguntar, probar y vivimos escondidos en una habitación invisible.

Ver el mundo tal y como lo hacen los niños implica dejarse sorprender, permitirse el asombro frente a lo conocido y adentrarse en lo desconocido como si fuera una aventura o como si ello condujera al encuentro de un tesoro, implica hacerse preguntas y seguir indagando porque creen que siempre hay algo nuevo por encontrar.

La idea del shoshin es encontrar nuestro niño interior e invitarlo a ser parte de nuestras vidas. No se trata de regresar a nuestra etapa infantil y olvidar lo que implica ser adulto, sino vivir en la realidad de hoy, pero con la frescura, confianza y alegría de un niño.

Hay una creencia popular que asegura que cuanto más sabes, más te das cuenta de lo mucho que te queda por aprender. Tenemos que aceptar que no lo sabemos todo, y aceptar que otras personas sean las encargadas de enseñárnoslo, así como quizás nosotros también enseñemos a otros.

Shoshin busca que adoptemos esa forma de ser, esa mirada, en la que aceptamos aprender, aceptamos probar y aceptamos equivocarnos. ¿Por qué? Porque el acercarse a algo con curiosidad y con la mente abierta también nos llevará a ser innovadores y atrevernos a nuevos retos estimada comunidad Latin-a.

Por: Adrián Marcos García

Comunicador Audiovisual de la Pontificia Universidad Católica del Perú

E-mail: amarcos1771@gmail.com