El pueblo japonés se ha ganado la fama de ser un ejemplo de civismo, un pueblo motivado por su moral, disciplina y honor; y algo más.
Hace algunos meses una noticia recorrió gran parte de los medios de comunicación a nivel mundial sobre Japón, concretamente comentaban sobre el pueblo japonés y su comportamiento fuera de casa, un tema que quizás muchos recordarán. Fue durante un encuentro futbolístico entre la selección de Japón y Costa de Marfil, en un estadio de Brasil, lamentablemente el seleccionado japonés perdió en la cancha pero fuera del terreno de juego se realizó silenciosamente otro enfrentamiento: el civismo. Al término del encuentro el estadio de fútbol empezó a quedar vacío, sin embargo en una parte de las tribunas, los japoneses que asistieron a ver el juego se organizaron y empezaron a limpiar aquello que ellos habían ensuciado; estas emotivas imágenes no tardaron en recorrer el mundo y que demostraron que si bien el equipo perdió en la cancha, fuera de este y ante todo el mundo, lo ganaron.
En Japón es normal ver cómo tras finalizar un evento la gente limpia aquello que ensució, importando poco o nada quien lo hizo, el objetivo es comunitario, es un «Nosotros ensuciamos, nosotros limpiamos”, algo que para el ciudadano japonés es normal, «atarimae” como suelen decir ellos; este tipo de acciones dicen mucho de un pueblo, de su nivel cultural y la toma de conciencia.
¿Cómo actuaron los japoneses mientras el terremoto?
Otras imágenes que también recorrieron el mundo, fueron las del terrible terremoto y tsunami que arrasó parte de la prefectura de Miyagi en el año 2011. En
aquel momento el mundo quedó asombrado por doble al ver la gran magnitud del desastre y la capacidad de respuesta del pueblo japonés haciéndole frente con calma y organización; como a pesar de saber que se avecinaba un futuro incierto, nunca perdieron sus modales y buenas costumbres, no hubo saqueos ni actos delictivos por sobrevivir, tampoco picardía al tratar de acaparar más que el resto lo que el grupo de rescate repartía equitativamente, cada uno tomaba lo justo y dejaba parte para el resto.
Cabe señalar que esto no es reciente, sabemos por la historia y los hechos que Japón supo levantarse después del devastador resultado de la Segunda Guerra Mundial, siendo quizás ese día el punto de inflexión que hizo recapacitar a su pueblo tras dejar de centrarse en el campo bélico para emprenderse hacia ya no en una potencia militar por la fuerza como lo venía haciendo, sino en centrar esa disciplina en la restauración de su territorio y porque no decirlo, recuperar su honor.
¿Por que Japón es una potencia mundial?
Una de las frases que siempre he tenido grabada en mi mente desde hace años debido al impacto que me causó fue aquella que un día, en son de burla, un amigo latino le dijo a un japonés: – ¡Japón no tiene nada de recursos naturales! El japonés simplemente lo miró y con risa irónica y voz sumisa, le respondió: – «Así es, Japón no tiene muchos recursos naturales, el único recurso natural que tiene es su gente, por eso somos una potencia mundial”
Estas acciones son las imágenes que muchas personas en occidente tienen de Japón, ese estereotipo que inspira confianza y respeto, una fama que se gana en comunidad y con mucha conciencia, y desde luego, con el tiempo. Puede que no se trate de civismo o conciencia, puede que se trate de una cuestión de «honor” o una programación colectiva inculcada desde la crianza que se ha vuelto una costumbre, lo cierto es que ese despertar de conciencia a nosotros como sudamericanos, a muchos nos hace falta.
Vivimos en una tierra llena de recursos naturales y sin embargo seguimos en la categoría del subdesarrollo. La tierra donde se nace por más hermosa que sea, no es motivo de orgullo ya que en cierta forma es simplemente un regalo de la naturaleza, un pueblo debe sentirse orgulloso por las grandes acciones que realice en beneficio de su comunidad.
Japón nos ha enseñado que hay muchas formas de ganar, que el ser «mejor que otros”, no sólo se enfoca en la caída del adversario sino en la superación de uno mismo. Por otro lado, este sentimiento llevado a la práctica de forma comunitaria, puede crear en el individuo un sentimiento nacionalista y con mucha razón, porque no hay nada mejor que querer a su propia gente y dar lo mejor para ella, pero para ello se empieza desde el respeto y el ejemplo.
La tranquilidad del extranjero en Japón
Para un extranjero, vivir en Japón es toda una experiencia. Es el día a día de poder ver las grandes cosas que puede hacer un ser humano si se lo propone, un estilo de vida producto del respeto hacia lo ajeno, la disciplina y el orden. Sentir esa tranquilidad de andar por las limpias calles durante altas horas de la noche y saber que ante cualquier desastre natural, todo eso no se convertirá de la noche a la mañana en una jungla donde sobreviva el más rudo, porque hay una moral que muchos respetan, algo que va más allá de una multa o un castigo legal y que nace dentro de la persona que despierta conciencia.
Por: Luis Guillermo Shimabukuro
Artículo para el espacio «Cultra y Turismo”
del programa radial «Latin-a”.