Orden, limpieza, honradez, respeto y tecnología. Estos son los pilares con los que regularmente se asocia a Japón a nivel internacional. Una sociedad modelo, y que, en tiempos de cambio climático, actualmente sigue siendo influyente mediante su cultura de reciclaje también conocido como mottainai.
El término es un adjetivo tradicional japonés que sirve para expresar un estado negativo o de pena cuando un objeto o recurso no se utiliza suficientemente: “¡qué desperdicio! o ¡qué pena!”, frases muy utilizadas cuando se echa a perder algo útil y valioso, como el tiempo o la comida.
Se dice que la palabra mottainai tuvo un lugar especial en la vida de la sociedad japonesa entre los siglos XVII y XIX, principalmente en la ciudad de Tokio durante el período Edo de los samuráis.
«Si comprabas un kimono, lo debías usar entre 10 y 20 años, reparándolo una y otra vez. Cuando ya no podías llevarlo más, debías convertirlo en un trapo de limpieza», explica el profesor de japonés Shigemi Matsumoto.
«Y cuando ya no pudieras limpiar con él, lo podías usar para encender el fuego para cocinar. Las cenizas tampoco se desperdiciaban, sino que se usaban en la limpieza de los platos. La gente del período Edo tenía sentimientos muy fuertes por las 3Rs (Reducir, reciclar y reutilizar) y el respeto hacia todas las cosas», añade.
Actualmente este concepto filosófico ha evolucionado y se basa en la amplia campaña de reciclaje japonesa ahora de las 4R: «Reducir, Reutilizar, Reciclar, Respetar».
Pese a ser el segundo consumidor de plástico entre los países desarrollados, por detrás de Estados Unidos, en Japón reciclar se ha convertido en «un virtuoso arte», una práctica cultural verdaderamente arraigada.
Tanto que, en algunas ciudades, como Kamikatsu, hay hasta 45 clasificaciones de tipos de basura.
Deshacerse de ella no es una tarea simple y, para poder reciclarla, los habitantes necesitan separarla manualmente y lavarla y secarla antes de llevarla al vertedero. Solo así se puede lograr todo el proceso completo de las 4R.
Por esta razón, tanto en oficinas como en establecimientos públicos y centros educativos se fomenta la capacitación constante. En varios casos hasta cuentan con un calendario que especifica el día que se debe tirar cada tipo de basura.
Muchos autores japoneses subrayan que parte del arraigo del espíritu mottainai en la cultura japonesa ha sido el estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando el país estaba falto de recursos.
Entonces, desperdiciar un grano de arroz significaba menospreciar el trabajo de los campesinos.
Otro ejemplo de tratamiento minucioso de la basura en cada hogar es Yokohama, la segunda ciudad más grande de Japón.
Sus casi 4 millones de habitantes deben seguir unas estrictas reglas para separar los desechos en 15 tipos, divididos en 10 categorías.
La separación antes del reciclaje es obligatoria y el incumplimiento de las normas, incluso después de repetidas advertencias, puede acarrear una multa de 2.000 yenes (alrededor de US$18).
Evidentemente, la cultura del mottainai es digna de imitar para toda nuestra comunidad “Latin-a” ya que es a través de las pequeñas acciones que podemos cambiar el mundo, y convertirlo así en uno mejor para las nuevas generaciones.
Por: Adrián Marcos García Comunicador Audiovisual de la Pontificia Universidad Católica del Perú E-mail: amarcos1771@gmail.com