Los cuidados del bebé y su relación con la salud mental

A mediados del siglo pasado psicólogos notaron las precarias condiciones en que se mantenían a niños huérfanos en Europa y Norteamérica.  Era común en ese entonces que hubiera muchos niños en sus cunas, con una sola enfermera que se encargaba principalmente de alimentarlos y limpiarlos. Estos niños recibían escasa estimulación sensorial y poco o ningún afecto. Se observó que muchos de estos bebés, al ir creciendo, mostraban una serie de dificultades que les marcaban negativamente la vida.

Luego, una serie de investigaciones han permitido concluir que un cuidado atento de parte de un adulto responsable es fundamental para un adecuado desarrollo psicológico. En este ámbito, el concepto de apego ha recibido mucha atención entre los especialistas. Por apego se hace referencia a la predisposición innata del bebé para buscar la protección de un cuidador. La prontitud y la calidad del cuidado que se entrega van, poco a poco, generando en el bebé mayor o menor seguridad en sus cuidadores.

Cuando un niño ha tenido cuidadores atentos, tendrá una mejor disposición para explorar el entorno y aprender. El niño bien cuidado se atreve más porque sabe que tiene una base segura a la cual regresar. Además, esta relación se convierte en una referencia de confianza o desconfianza, de seguridad o de inseguridad para las otras relaciones que el niño e incluso el adulto irá estableciendo.

Además, un apego seguro contribuye al desarrollo de la mentalización. La mentalización es la capacidad de una persona para reconocer las necesidades, deseos y sentimientos de otras personas. Ser capaces de mentalizar nos ayuda a entender los motivos de la conducta de otra persona; nos permite ser empáticos, comprensivos, tolerantes y resulta esencial para establecer relaciones interpersonales saludables. Obviamente, solo una madre con una buena capacidad de mentalización puede reconocer y responder óptima mente a las necesidades de su bebé. Por lo tanto, en la relación de apego se transmite, de generación en generación, la historia familiar. Diversas investigaciones sugieren que deficiencias en la mentalización se encuentran relacionadas a algunos graves trastornos mentales.

Por otra parte, una persona que provea cuidados oportunos y amables (quien puede ser desde un familiar a una educadora en una guardería) está enseñándole a un bebé que sus necesidades encuentran satisfacción, que sus desequilibrios, como el hambre y la ansiedad, pueden ser controlados. La repetición de esta experiencia va contribuyendo a desarrollar la propia capacidad de auto-cuidado, de auto-regulación y la capacidad de cuidar a otros. Por ejemplo, si un adulto reconoce su ansiedad puede buscar conscientemente la forma de reducirla, en lugar de actuar compulsivamente o no hacer nada y acumular estrés hasta que se produzca una crisis en su vida.

¿Qué se puede hacer como padres o cuidadores para establecer un buen apego? Primero es necesario reconocer la importancia de estas primeras relaciones en la vida de un ser humano. Otra medida es tratar de que exista estabilidad en las personas que se encargan de cuidar a un bebé. Todos los bebés tienen necesidades similares pero cada individuo trae un temperamento propio que es necesario conocer para establecer una relación bien ajustada. Así, es mejor que haya algunas pocas personas, idealmente la madre y el padre, que se encarguen de y que se den a conocer al bebé. Es necesario que los cuidadores sean capaces de interpretar adecuadamente las señales que emite el bebé y que conozca sus ritmos. Es importante que las reacciones sean oportunas y cariñosas, acompañadas de gestos y de palabras. También los niños requieren estimulación, música, movimientos gentiles, contacto con otras personas y con la naturaleza. A medida que van creciendo es importante jugar con los niños, al principio a partir de pequeños estímulos físicos o sensoriales y luego mediante juguetes y juegos más elaborados.

Muchas madres y padres se ven en la obligación de trabajar y no pueden estar tanto como quisieran con sus hijos. Criar niños pequeños demanda mucho esfuerzo, por lo cual cultivar la relación de pareja y la vida familiar es muy importante. Si ambos padres trabajan, ojalá sea posible encontrar algún familiar o una persona responsable que cuide amorosamente al bebé. Cuando se vive en un país extranjero es más difícil tener una persona de confianza. Una sala cuna formal, con cuidadoras bien preparadas es también una buena opción. Y el poco tiempo que pueda compartir con sus hijos hay que aprovecharlo, esa oportunidad no regresa y un buen cuidado es uno de los mejores regalos, de los más valiosos que se le puede dar a un hijo.

Álvaro Carrasco.

Doctor en Psicoterapia

Sitio web: https://carrasco.jp

E-mail: alvaro@carrasco.jp

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