Jóvenes latinoamericanos que asistieron a la escuela en Japón y ahora son profesionales (Parte 1)

JICA Yokohama realizó un estudio sobre el desarrollo profesional de jóvenes de ascendencia japonesa de Centro y Sudamérica que viven en Japón, enfocándose en las dificultades que han tenido que enfrentar como el idioma, la identidad y las relaciones humanas. Estos jóvenes superaron dichos retos, descubriendo sus fortalezas y los que les gustaría hacer, lo que los llevó a donde están hoy. A continuación, se presentan sus historias de superación para inspirar a niños y padres a ampliar sus horizontes y mirar al futuro con esperanza.

Intérprete médico que sirve de puente entre Perú y Japón

María Arauco, intérprete médico de español del Centro de Soporte General del Hospital de la Universidad de Mie

La elección de mis padres y la llegada a Japón:

Llegué a Japón en 1992 cuando tenía 11 años. Mis padres vinieron primero para trabajar, luego con mis dos hermanos menores vinimos para vivir en familia. No entendía nada de japonés. Mis padres me dijeron que si venía a Japón tendría que hacer una carrera aquí y no podía regresar al Perú, por lo que debía estar preparada. Pero más que sentirme ansiosa, estaba feliz de poder estar junto a mis padres y tenía muchas ganas de venir a Japón. Mis padres eligieron vivir en la región de Chugoku, donde había pocos nikkeis. Para mejorar su japonés, les parecía mejor tener menos oportunidades de usar el español y estar rodeados de japoneses. En la escuela primaria no había niños extranjeros. Creo que fue difícil para los profesores, ellos agregaban el español a las palabras y pronunciaciones en hiragana a los kanjis para que pueda entender. También nos ayudaron a interactuar con niños japoneses.

Identidad y relación con los padres:

Asistí a una escuela secundaria básica y superior local. En Perú es costumbre celebrar los 15 años, así que fui a Perú en las vacaciones de verano. Allá me sentí cómoda en un ambiente en el que podía encajar sin preocuparme de las barreras del idioma o las diferencias culturales. No quería volver a Japón, pero mis padres se opusieron y terminé regresando. Cuando estaba en la secundaria, luché con mi identidad. Aunque soy extranjera, interiormente pensaba “soy japonesa”, pero me di cuenta de que quería integrarme, pero no podía. Dejé de hablar español y no me gustaba que mis padres lo hablaran fuera de casa. Justo con la adolescencia, me quedé encerrada con mis preocupaciones.

En la secundaria superior, me matriculé en el departamento de inglés. Había muchos estudiantes con el mismo objetivo, y no había barreras para los extranjeros, pude integrarme a la vida escolar. Poco a poco fui saliendo del conflicto que tuve en la secundaria, ver varias posibilidades y mejorar la comunicación con mis padres. Me di cuenta de que tratar de ocultar mi identidad peruana era un error y que estaba bien como soy. Me alegró que me dijeran que el hablar español no debería darme vergüenza; de hecho, es genial poder hablarlo.

El camino para convertirme en intérprete médico:

Para mejorar aún más mi inglés, por primera vez dejé a mis padres y fui a una universidad en la prefectura de Hyogo. Aunque me preocupaba la carga financiera, no quería renunciar a mis estudios superiores. Mis padres cubrieron los gastos de matrícula y mis gastos de manutención fueron cubiertos por una beca que me recomendó mi profesor de secundaria. Después de graduarme de la universidad, trabajé como vendedora, recepcionista, intérprete en un centro de consulta para extranjeros e instructora de adaptación de niños conectados al extranjero.

Cuando estaba en la secundaria superior, la madre de mi compañera me pidió que le hiciera de intérprete y cuando fui como siempre, llegamos a un hospital en el que tenían que informar sobre la esperanza de vida de una compañera que estaba hospitalizada. Estaba muy perturbada, pero mi papel era transmitir con precisión cada palabra que decía el médico, y sentí que tenía que ser fuerte. Fue una experiencia difícil y de mucha responsabilidad, pude darme cuenta de la importancia de la interpretación médica, creo que esto es lo que me ha llevado hasta donde estoy hoy.

El hospital de la universidad de Mie, donde trabajo actualmente, se ocupa de casos difíciles. Muchos pacientes padecen enfermedades graves, por lo que los intérpretes deben considerar los sentimientos de los pacientes y sus familiares. Ser intérprete médico es mi vocación y siento que es muy gratificante. En 2023, fundé la Asociación de Intérpretes Médicos de la Prefectura de Mie, MMIA, trabajamos para capacitar a intérpretes médicos y mejorar sus habilidades. También soy representante de Líderes Extranjeros de Prevención de Desastres de la ciudad de Yokkaichi. Mi intención es servir de puente entre pacientes extranjeros y médicos japoneses, y a la vez apoyar de diversas maneras a los extranjeros que viven en la comunidad.

Quiero usar mi experiencia para transmitir a los niños y jóvenes de ascendencia japonesa y raíces sudamericanas que el futuro está lleno de posibilidades, así que no renuncien a lo que quieren hacer y asuman cualquier desafío.

Para que los niños extranjeros desempeñen un papel activo en la sociedad japonesa

Luis Sosa, ingeniero de Honda Motor Co. Ltd.

El deseo de “hacerse amigo con japoneses”:

Llegué a Japón en 1993 cuando tenía 7 años. Japón era un mundo completamente desconocido. En la escuela primaria asistí a una clase para extranjeros. Me hice amigo de niños sudamericanos, pero tenía un fuerte deseo de hacer amigos japoneses y llevarme bien con ellos y familiarizarme más. Pensé que el japonés era necesario, me esforcé mucho para aprenderlo. A medida que mi japonés mejoró, aumentó la cantidad de amigos. Cuando vi a mis amigos tomando lecciones de caligrafía y ábaco, no quise quedarme atrás. Le dije a mis padres que yo también quería aprender y asistí a una clase de ábaco japonés (soroban). Estaba obsesionado con querer aprender la cultura y las costumbres japonesas lo antes posible. Cuando estaba en sexto grado, podía hablar casi 100% japonés y también hacía de intérprete para mis padres. En primer grado, había entre 5 y 6 niños extranjeros, pero en sexto grado, el número se había multiplicado por diez, hasta 50 a 70. Cuando no había intérprete, el maestro a veces me pedía que interpretara. Esto fue realmente genial para mí. Me alegré porque mis compañeros de clase me admiraban. Cuando estaba en la primaria fui acosado, pero logré resolverlo a través de algunas peleas. Poco a poco fui aceptado por quienes me rodeaban, hice muchos amigos y pude hablar abiertamente.

Ingreso a la escuela secundaria superior y universidad:

Cuando estaba pensando en ingresar a la secundaria superior, me sorprendió cuando un buen amigo me dijo que a partir del día siguiente asistiría a un curso intensivo (jyuku). Me aconsejó: “Si no estudiamos lo suficiente, no podremos ir a la secundaria superior”. En la secundaria básica, mi principal objetivo era jugar y hacer actividades de club, y aunque mi profesor me había hablado un poco sobre el examen de ingreso, no había pensado en ello seriamente. Comencé a pensar que quería estar con mis amigos en lugar de trabajar después de graduarme de la secundaria básica. Si voy a trabajar algún día, sería mejor un salario alto, y para eso naturalmente necesitaría graduarme de la secundaria superior en lugar de secundaria básica y, comencé a pensar en seguir una educación superior.

La ONP a la que mis padres iban para la clase de japonés, empezó a brindar apoyo a niños extranjeros en el aprendizaje, empecé a asistir cuando estaba en segundo grado de secundaria. Mi capacidad académica mejoró gradualmente y comencé a entender cómo estudiar. Una vez que pude sacar buenas notas, me hice amigo de mis compañeros de clase con quienes no hablaba antes, y comencé a preguntarles cómo resolver problemas y a pedirles que me explicaran lo que no entendía. Mis notas mejoraron hasta tener la opción de ingresar a una secundaria técnica. Incluso si tuviera que regresar al Perú, pensé que estudiar mecánica sería útil. Así que hice el examen de ingreso para estudiar mecánica en una secundaria técnica. Fui a ver el resultado con mi amigo. Rogué a Dios una y otra vez: “Si apruebo la secundaria superior, estudiaré muy duro, por favor ayúdame a aprobar”. En el momento en que encontré mi número, me sentí muy feliz y dije: “¡Seguiré haciendo mi mejor esfuerzo!”. En la secundaria superior obtuve buenas notas e incluso fui a la universidad.

Mensaje a la sociedad actual y a los niños:

Como forma de expresar gratitud y retribuir a quienes me han ayudado, me ofrezco como voluntario para ayudar en el aprendizaje a niños extranjeros, cooperar con el departamento de intercambio internacional de la ciudad y dar clases en escuelas primarias y secundarias. Actualmente, muchos extranjeros llegan a Japón no solo desde Centro y Sudamérica, sino también desde el Sudeste Asiático. Como los padres trabajan al máximo, creo que es importante que alguien que esté cerca de los niños tome medidas con miras al futuro. Especialmente si no tiene suficiente nivel de japonés, será difícil abrir sus puertas al futuro. Hay casos en los que los niños ingresan a la primaria japonesa en quinto o sexto grado y van a la secundaria sin saber japonés, no pueden continuar con sus estudios y empiezan a trabajar inmediatamente después de graduarse de la secundaria básica, e incluso después de ingresar a la secundaria superior, les resulta difícil mantenerse al día con sus estudios. Se debe prestar especial atención a esos alumnos. Mi fuerza motriz era que quería llevarme bien con mis amigos japoneses. Creo que sería fantástico si los niños extranjeros pudieran de alguna manera enamorarse de Japón y tener el deseo de lograr algo aquí.

El enfrentarme a mí misma, me hizo fuerte

Ángela Patricia Rojas López (24 años)

Nació en Colombia, llegó a Japón a los 6 años y creció en la ciudad de Fuji, prefectura de Shizuoka. Asistió a la escuela primaria y secundaria pública local, realizó estudios internacionales en la secundaria superior y luego pasó a la universidad. Desde la primavera de 2024 empezó a trabajar aprovechando sus habilidades lingüísticas.

Me volví más fuerte al ver mis raíces desde una perspectiva positiva:

En la primaria, hubo un momento en que odiaba hablar español y me resultaba difícil comunicarme con mis padres. Cuando todos los padres iban a observar clases, mis padres eran diferentes en apariencia, actitud y comportamiento, lo que me hacía sentir incómoda. Fue un momento en que sentí que la gente a mi alrededor era fría conmigo, así que tal vez estaba viendo la situación de manera negativa. En la secundaria, sentía que tenía que ser igual que todos, no me gustaba vivir en Japón, quería escapar. En ese momento, supe que había una secundaria superior donde podía estudiar inglés que me encanta. Siempre me ha gustado la música y las películas occidentales. Disfruté de las clases de inglés en la secundaria básica y como asistía a clases con regularidad, mis calificaciones mejoraron significativamente. Estudié seriamente para el examen y pude ingresar al departamento de estudios internacionales de la secundaria superior que deseaba. Ahí estudié mucho inglés, fui a estudiar al extranjero, el ambiente libre y donde todo era aceptado, sin necesidad de preocuparme por ser diferente, me vino muy bien y pude estudiar libremente. Un maestro, miembro de Voluntarios de Cooperación Internacional de Japón (en ese momento) impartía clases sobre cooperación internacional, lo que me condujo a la revitalización de las calles comerciales locales, venta de productos de comercio justo y apoyo al aprendizaje de niños conectados con países extranjeros. Sentí que podía conectar a Colombia y Japón y, pude ver mis raíces de manera más positiva. Cuando estaba en la universidad, por primera vez pasé seis meses sola en Colombia, para mí fue “un viaje a mis raíces”. Comprendí firmemente quién soy, adquirí cada vez más confianza en mí misma y me sentí empoderada. Finalmente, me volví fuerte después de superar el momento de enfrentar mis raíces y también reconsideré vivir en la sociedad japonesa.

Quiero hablar de mí como persona, no de mi nacionalidad:

Después de ingresar a la universidad, tuve más oportunidades de hablar sobre mí en público, participando en eventos relacionados a la convivencia multicultural, iniciar una organización, asistir a conferencias de la secundaria superior y hablar con estudiantes conectados con otros países. Como el tema se centró en identidad y antecedentes, y como no puedo hablar con nadie a menos que me conozca bien, el hablar conmigo mismo fue más profundo. En realidad, creo que hay algo más en cada persona, independientemente de su nacionalidad. Me gustaría contar la historia de una persona llamada Ángela, no una extranjera llamada Ángela, que se crio en Japón y que ama el fútbol y la música.

Carrera y futuro: Ahora es el momento de quedarme en Japón

Después de graduarme de la universidad, pensé en ir a Colombia, un país colorido con un ambiente relajado y tranquilo. Al estar en Japón, a veces sentía que tenía que trabajar duro y ser perfecta, pero sentí que era el momento de quedarme en Japón y decidí buscar un trabajo. Hasta ahora, tenía más interés en los países extranjeros, y creo que tenía nociones preconcebidas y estereotipos sobre Japón y los japoneses, así que quiero hacer un esfuerzo para aprender más sobre Japón.

Desde la primavera de 2024 trabajo en un glamping (campamento de lujo). Tengo muchas ganas de aprovechar esta oportunidad, ya que podré utilizar mi experiencia pasada y mis habilidades lingüísticas recibiendo a niños de escuelas internacionales, etc. Creo que el glamping es una forma de educación multicultural, ya que te permite profundizar la interacción con los demás. Una de las razones por las que decidí hacer este trabajo es que, incluso, cuando estaba en la primaria y secundaria, cuando el mundo aún era pequeño, sentía que la educación multicultural a través de la interacción con personas de diversas raíces era importante. Quiero adquirir armas y dar un paso hacia adelante.