Algo que suele sorprender a visitantes extranjeros en Japón es la disposición de los japoneses a esperar pacientemente por cosas como el transporte, los lanzamientos de marcas o asistencia en situaciones extremas como terremotos o tsunamis.
Este comportamiento ordenado claramente no es casualidad. Y esta actitud de paciencia y resistencia en Japón se conoce como «gaman».
El «gaman” es la idea de que los individuos deben mostrar paciencia y perseverar ante situaciones adversas para así mantener la armonía en los lazos sociales.
Este concepto implica un cierto grado de autocontrol: poner freno a tus sentimientos para evitar la confrontación. Se ve como un deber y como una señal de madurez.
David Slater, profesor de antropología de la Universidad Sophia de Tokio, describe este término como un conjunto de estrategias para lidiar con los eventos fuera de nuestro control.
«Las personas desarrollan la habilidad de perseverar y tolerar cosas inesperadas o malas, difíciles de superar», señala Slater.
Por su parte, Noriko Odagiri, profesora de psicología clínica en la Universidad Internacional de Tokio, sostiene que está paciencia radica en la importancia que le dan los japoneses a no decir demasiado y a reprimir los sentimientos negativos hacia los demás.
El entrenamiento para desarrollar el “gaman” empieza desde muy temprano. Los niños, por ejemplo, lo aprenden de los padres. La paciencia y la perseverancia también son parte de la educación, desde la primaria.
«Las mujeres en particular. Se nos educa para hacer gaman lo más posible», añade Odagiri.
Esta autodisciplina se puede manifestar a largo plazo en situaciones como estar en un trabajo desagradable o tolerar a un colega molesto. Y a corto plazo al ignorar a un pasajero molesto o a alguien que se salta la fila, por ejemplo.
La cultura del “gaman” tiene su origen en las enseñanzas budistas en torno a la búsqueda de superación personal para luego convertirse en un mecanismo de perseverancia para navegar entre grupos sociales.
Esta filosofía se perfeccionó durante el auge económico de la posguerra en Japón cuando el trabajo se convirtió en la base de la reconstrucción del país, lo que significaba sacrificar tiempo con la familia y largas horas en la oficina.
Algunos ven la perseverancia del “gaman” como la característica principal de Japón.
«Es el aspecto más representativo de los japoneses, pero tiene aspectos positivos y negativos», señala Nobuo Komiya, un criminólogo de la Universidad de Rissho en Tokio.
Komiya considera que la vigilancia mutua, el autocontrol y las expectativas sociales asociadas con “gaman” son factores que contribuyen al bajo índice de criminalidad en Japón. Cuando las personas se cuidan mutuamente, todos son más conscientes de sus acciones.
Pero no se trata solo de las dinámicas de grupo.
«Es importante recordar que gaman beneficia a la persona», sostiene Komiya. «Significa que no pueden ser despedidos del trabajo y tampoco pueden beneficiarse de relaciones continuas con las personas a su alrededor».
Pero “gaman” también impone presión sobre el individuo. Muchos en Japón esperan que los demás sepan cómo se sienten en lugar de expresarse de manera directa y esto puede llevar a que la presión se acumule.
Como podemos ver querida comunidad Latin-a el “gaman” en su exceso puede traer aspectos negativos de forma individual. Tan importante como tolerar y preservar es nuestra capacidad de poder expresarnos.
Quedémonos con los aspectos positivos del “gaman”, ya antes detallados y que permitieron construir una sociedad colaborativa, disciplinada y respetuosa como es la japonesa.
Por: Adrián Marcos García
Comunicador Audiovisual de la Pontificia Universidad Católica del Perú
E-mail: amarcos1771@gmail.com