Creencias y valores

Si queremos a veces encontrar algún sentido a la confusión que sentimos de adultos, sería muy importante fijarnos en las creencias de nuestra familia. Algunos padres pueden creer que los sentimientos y opiniones de un niño son importantes pero otros no, los hacen un cero a la izquierda y no los valoran.

 Estas creencias cuando crecemos determinan nuestras actitudes, juicios y percepciones, y son increíblemente poderosas. Definen las relaciones, los valores morales, la educación y la sexualidad, y pesan sobre la elección de una carrera, la ética y las finanzas. 

Hay dos tipos de creencias: las expresas y las tácitas. Las primeras se manifiestan abiertas y se les puede oir como consejos en terminos como “debes” “tienes que” “se supone que”. Pero no es fácil rechazar una creencia cuando no se sabe que existe y estas son las tácitas, son las creencias ímplicitas como recuerdos de la forma en que el padre trataba a la madre o viceversa y, en la manera en que cada uno de ellos se relacionaba con sus hijos. Estas creencias son parte importante de lo que aprendimos de nuestros padres.

¿Por qué son tan poderosas las creencias y los valores? ¿qué es lo que hace que una mujer no pueda divorciarse y seguir unida a quien ya no ama? ¿ qué es lo que hace que un hombre renuncié a sus comodidades, a su seguridad de renunciar a un trabajo que no le guste sin que se le achaquen que está equivocado?

La respuesta es que, mientras el contenido de una creencia suele ser arbitrario y con frecuencia erróneo, la motivación para creer emerge de su misma naturaleza humana y empiezan a formarse sus valores. Hay valores saludables y valores nocivos, pero sólo usted determina si sus creencias, reglas y debes son saludables o no.

Los valores saludables son flexibles y permiten hacer excepciones cuando las circunstancias así lo piden. Los valores nocivos son rígidos e inflexibles y comprenden términos como siempre, nunca, todo, totalmente, perfectamente, etc. 

Si usted tiene la regla “jamás debo cometer errores”, esforzarse por hacerlo lo cansará pues usted necesita un margen saludable de errores y fracasos. Sin tal margen sus niveles de estrés serán elevados y su autoestima se vendrá abajo con cualquier insignificante error.

Los valores saludables se poseen. Una creencia o un deber significa que usted ha analizado críticamente la regla para aplicarla a su vida y la sigue considerando lógica. Esto contrasta con las reglas introyectadas, donde usted acepta los valores de sus padres sin determinar si son funcionales en su vida. Aceptar sin cuestionar las reglas de nuestros padres es como comprar un coche sin revisarlo.

Los valores saludables son realistas. Significa que se basan en una evaluación de consecuencias positivas contra negativas. Y lo impulsa a procurar su felicidad a largo plazo. Y este es el propósito de un valor, porque el valor lo guía a una forma de vida en que se siente bien.

Los valores saludables impulsan la vida en lugar de restringirla. Significa que las reglas conforme a las que usted vive deben considerar sus necesidades básicas como ser humano.

Las creencias siempre se pueden cambiar dependiendo de su manera de pensar. Los valores saludables siempre le proporcionarán la flexibilidad para satisfacer sus necesidades emocionales, sexuales, intelectuales y recreativas. Para mantenerse saludable y en equilibrio se requiere en ocasiones que se ocupe más de usted mismo aprendiendo a quererse y a respetarse, dándose un espacio y regalándose cosas que también se merece y olvidándose de una vez por todas de los “debes” y “tienes que” que son los que tiranizan su vida.

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