Mindfulness es más una forma saludable, consciente y amorosa de aproximarte a la experiencia, cualquiera que esta sea, de crear una experiencia en particular. Y como diría Alan Wallace “No vemos el mundo como es, vemos al mundo como somos”.
Así pues, algunos de los regalos que pueden aportarte las prácticas de mindfulness, son el cultivo de un conjunto de actitudes sumamente saludables hacia cualquiera que sea nuestra experiencia.
- Mente de principiante: se refiere a relacionarte con tus experiencias como si fuera la primera vez que las vives. Libre de juicios, expectativas, de la predisposición de “eso ya lo conozco”, el aburrimiento, la resistencia y la arrogancia. Por eso la frase que reza: “No vemos el mundo como es, vemos al mundo como somos”.
- Aceptación: Una de las experiencias más saludables es darte cuenta de la experiencia que está presente sin reprimirla, querer quitarla, enjuiciarla o enjuiciarte, más bien reconociendo que es perfectamente humano y natural que esté presente. Y aquí otra frase que dice: “Cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar”.
- No juzgar: Esta actitud se refiere a tratar con imparcialidad las experiencias que surgen y cambian momento a momento. Es decir, disminuir la fuerte tendencia a preferir o rechazar algunas sensaciones, imágenes, olores, sabores, etc., por encima de otras. ¡Qué dicha o alivio el dejar de luchar o de querer tener siempre la razón!
- Paciencia. Esta actitud se refiere a desarrollar el tipo de sabiduría que te permitirá reconocer que las cosas tienen su propio ritmo para florecer. Y por mucho que te apresures el árbol no dará frutos o flores más temprano. Todo tiene su tiempo.
- Confianza: Confianza en la práctica y sus frutos, confianza en la propia experiencia para reconocer qué actitudes y qué maestros nos son más nutritivos y genuinos, confianza en la inspiración de los que nos rodean y por último confianza en la propia experiencia.
- No luchar: Esta es tal vez la actitud más paradójica de la aproximación a mindfulness, ya que, si bien es un hecho, que practicar requiere compromiso, determinación y esfuerzo, este es un esfuerzo “gozoso”, no una lucha por relajarnos o por ser mejores, ya que eso solo aumentaría el aferramiento a las expectativas y provocaría más frustración.
Por último, es importante subrayar que esta actitud puede ayudarte a disminuir un riesgo que hay debajo del deseo de mejorar como seres humanos.
Primera Práctica:
Mientras realizas tus actividades cotidianas trata de ser consciente de tres experiencias: tensión, agitación y falta de claridad. Y nómbralas en tu mente: Hay tensión física … hay agitación emocional … hay falta de claridad. Observa que ocurre cuando lo notas y nombras.
Y ahora todos los días de lunes a viernes, pregúntate ¡Qué experiencias de las sugeridas notaste hoy? ¿Cuántas veces las notaste mientras ocurrían? ¿Cuántas veces te hiciste consciente de que las habías experimentado después de que ocurrieron?
Segunda Práctica: actitudes saludables
Elige una de las actitudes saludables mencionadas arriba para ponerla en práctica cada día y observa qué pasa.
Lunes: ¡Qué actitud elegiste? ¡Qué notaste qué ocurrió al ponerla en práctica? ¿De qué forma contribuyó en tu vida cotidiana?
Martes … miércoles … jueves…viernes…
Sé que las prácticas no son fáciles y se necesita compromiso, pero estar atento a lo que haces y practicar estas actitudes saludables: aceptación, no juzgar, dejarlo ir, paciencia, confianza y no luchar; te ayudarán en cómo vives tu vida y tu propia experiencia del día a día para cultivar la atención plena en tu vida.
Dra. Irma Aráuz L. Psicóloga clínica y Doctora en Educación. E-mail: arauzirmaic@gmail.com www.facebook.com/psicologairmaarauz