Salto de rana

Mire estimado lector, que la guerra ha tornado al océano Pacífico en un infierno de sangre, metralla y fuego. Luego de Midway, Estados Unidos tenía que desarticular todo el poderío nipón en el archipiélago de las islas Salomón, pues desde esas islas, los japoneses controlaban todo el tráfico hacia el Pacífico Sur, y es por eso que se atacó Guadalcanal como primer paso. Ahora bien, después de la esforzada y sangrienta toma de la isla de Guadalcanal y la posterior expulsión de las tropas japonesas, a principios del año de 1943, el alto mando aliado en el teatro de guerra puso en práctica la estrategia llamada del «salto de rana” (en inglés, leapfrog). En esta área del Pacífico —nos referimos al territorio de Nueva Guinea y los archipiélagos de las islas Salomón, islas Gilbert, islas Marshall, islas Bismarck, islas Marianas, entre otros— el desperdigado racimo de islas en poder japonés estaba separado por grandes extensiones de mar, y para el abastecimiento logístico era necesario e imprescindible el apoyo de la fuerza naval. En ese sentido, la estrategia consistía en avanzar —literalmente «saltando” y propiamente «asaltando” las posesiones enemigas—, de isla en isla, creando emplazamientos militares y aeródromos que a su vez permitan el siguiente salto, asegurando mínimamente las líneas de abastecimiento y, de paso, aislar las bases del adversario que, carentes de suministro y no pudiendo contar con apoyo aéreo o naval resultaban inoperantes e inocuas, dejando las de poco valor estratégico aisladas, sin protección, ni refuerzos de ninguna clase y, prácticamente, a su suerte. La azarosa rueda de la fortuna, es decir el sinuoso curso de la guerra —baste recordar el «tsunami japonés” de principios de la contienda y lo que sucedió en la batalla del Mar de Coral o, en forma contundente, lo de Midway—, le había dado a los aliados la iniciativa y mermado ostensiblemente a la armada imperial japonesa y permitió a los estadounidenses desplegar toda su fuerza para frenar a los nipones y hacerles devolver sus pasos empujándolos lo más lejos posible hacia su propio territorio. Así las cosas, las tropas aliadas reconquistaron Attu (en las lejanas islas Aleutianas) en un duro combate de tres semanas que comenzó el 23 de mayo (los japoneses evacuaron Kiska antes de que las fuerzas de Estados Unidos y Canadá desembarcaran allí en agosto). Sin embargo, las principales acciones bélicas y las más encarnizadas tuvieron lugar en el suroeste del Pacífico. Tenemos, entonces, que los estadounidenses y neozelandeses, dirigidos por el almirante William Halsey, atravesaron las islas Salomón y tomaron Nueva Georgia en agosto y la amplia cabeza de playa de Bougainville en noviembre. Por su parte, los australianos y estadounidenses que estaban a las órdenes de MacArthur hicieron retroceder a los japoneses a lo largo de la costa oriental de Nueva Guinea y tomaron Lae y Salamaua en septiembre. La misión encomendada a MacArthur y Halsey era rodear y asediar Rabaul, en el archipiélago de las islas Bismarck, donde los japoneses se habían hecho fuertes y que albergaba una importante base militar, desde donde amenazaba a Nueva Guinea y las Salomón. Así, las fuerzas aliadas desembarcaron en las islas Gilbert y se encontraron con una férrea oposición japonesa durante la batalla de Tarawa en noviembre de 1943. En diciembre se ocupó el cabo Gloucester, en Nueva Bretaña, en febrero se hizo lo propio con las islas del Almirantazgo y se conquistaron los islotes de Kwajalein y Eniwetok (islas Marshall). En marzo se tomó la isla Emirau y el cerco se cerró: Rabaul estaba aislado, vulnerable a ataque de los aliados; ya caería en algún momento.

 

Miguel Ángel Fujita
Graduado en Literatura U.N.M. de San Marcos - Perú
Profesor de español en la A.I. de Toyokawa
E-mail elchasquicorreo@hotmail.com

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