La historia del Otoshidama

Mucho del folclore y mitología japonesa tienen sus orígenes en la China e India, una de ellas es la mitología de los siete dioses de la fortuna que visitan en año nuevo.

Son llamados de Shichifukujin (七福神), siendo estas las siete divinidades que vienen en una embarcación a la cual se le llama Takarabune (宝船) o «barco del tesoro». Según la mitología, estas deidades vendrían a la tierra con la llegada del año nuevo para premiar a aquellas personas que merecen ser reconocidas.
Esta pequeña introducción nos da pie a adentrarnos en el tema del otoshidama (お年玉), pues entre los regalos que traerían estos dioses se encontraría el otoshidama o dinero que normalmente reciben los menores del hogar.

Se sabe que popularmente que se entrega a los niños y dependiendo de la familiaridad o cercanía, varía la cantidad de dinero. No existe una regla de hasta que edad se debe recibir el otoshidama, se han establecido algunas  cantidades en las que como siempre, se hace presente la superstición en la tradición nipona ya que las cantidades entregadas no deben llevar el número cuatro (4) por considerarse un número de la mala suerte.

Con la modernidad todo cambia e incluso las tradiciones, pues antiguamente el otoshidama no se daba en dinero sino en mochi en forma de una bola (de aquí el posible origen del nombre otoshidama) y era una forma de entregar parte de la divinidad, recordemos que según la tradición sintoísta los dioses se hospedan dentro de las ofrendas y adornos para recibir el año nuevo.

Se dice que antiguamente en Japón, las creencias religiosas eran muy pronunciadas donde en cada hogar había una ferviente creencia en los dioses y se creía que con la llegada del año nuevo, los dioses al ver los adornos y ofrendas que las personas les hacían en sus hogares, les daban a cambio un regalo que no sería algo material sino simbólico. En el sintoísmo, el alma es representando como una esfera, ese sería entonces el principio del otoshidama, un regalo de los dioses de una nueva alma para tener salud durante todo el año.
Con el paso del tiempo el otoshidama (お年玉) fue reemplazado por dinero, mucho de este cambio quizás se deba a la confusión, mala interpretación o juego de palabras del kanji de dama o tama (玉) que significa bola con el otro kanji de tama (魂) que sería una abreviación de tamashi que significa alma, pues antiguamente se le llamaba otoshidama (お年魂 ) con el kanji de alma.

Posiblemente esta sea la fecha más emocionante para muchos niños ya que esperan con ansiedad recibir el otoshidama de sus padres, parientes cercanos y en algunos casos de personas conocidas.

Existen diversos cuadros curiosos que determinan la cantidad a entregar según la cercanía con el niño, una cantidad moderada sería aproximadamente la siguiente:

A los hijos propios:

de 0 años a 2 años : 0 yenes
de 3 años a 5 años : 1,000 yenes
de 6 años a 9 años : 3,000 yenes
de 10 años a 14 años : 5,000 yenes
de 15 años a más : 10,000 yenes

A los hijos de nuestros parientes :

de 0 años a 2 años : 1,000 yenes
de 3 años a 5 años : 2,000 yenes
de 6 años a 9 años : 3,000 yenes
de 10 años a 17 años : 5,000 yenes
de 18 años a 21 años : 10,000 yenes

El otoshidama que se da a los niños, se hace dentro de un pequeño sobre llamado pochi fukuro.

De igual manera, algunos afortunados adultos también suelen recibir el otoshidama por parte de sus jefes de la empresa para la cual trabajan, esto se da desde una persona de rango superior al inferior.
El nenganjyo (年賀状) o tarjetas postales que solemos recibir en año nuevo por parte de amigos, familiares o empresas con las que tenemos algún trato, suelen venir con un número en la parte inferior, esta numeración es un número de lotería del cual la oficina de correos realiza diversos sorteos. Las postales premiadas pueden ser cambiadas por el premio en un lapso aproximado de seis meses, este tipo de tarjeta postales reciben el nombre de otoshidama tsuki nenganjyo hagaki (お年玉付き年賀はがき) es decir «postales con otoshidama.
Con la llegada del mes de enero y un poco de fortuna recibida por parte de las siete deidades de la suerte, el otoshidama se convierte en algo emocionante, no solo en los niños sino también en adultos.
Por: Luis Guillermo Shimabukuro

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