Imagínate que olvidas tu objeto más preciado en un lugar público ¿esperarías recuperarlo? Para la gran mayoría de latinos, imaginar un escenario positivo sería surreal; sin embargo, en Japón, lo más probable es que sí puedas recuperar cualquier objeto extraviado.
Según un informe preparado por la BBC, solamente en Tokio, el 90% de los teléfonos perdidos entregados en las oficinas locales de la policía, se devuelven a sus dueños.
Un hecho que se replica en todo Japón, ya que este cuenta con uno de los procesos más eficientes para recolectar y devolver objetos perdidos en el mundo.
Mucho del éxito de este sistema es gracias a la honestidad de los japoneses y a la cultura de entregar, catalogar y guardar los objetos perdidos.
Pero, ¿cuál es el secreto de este sistema y cómo funciona la “mítica” honestidad nipona?
Uno de los factores de este éxito guarda relación con el principio ético y moral con el que se rige toda la cultura nipona. Un ejemplo de ello son los oficiales de las estaciones de policías de los vecindarios (kōban para los extranjeros),
Los kōban abundan en las ciudades de todo Japón. En Tokio, por ejemplo, hay 97 por cada 100 kilómetros cuadrados. Eso significa que nunca te encontrarás solo si necesitas ayuda.
Además, son amigables: regañan a los adolescentes que se portan mal o ayudan a los ancianos a cruzar la calle. De hecho, son tan apreciados por los japoneses que estos oficiales japoneses forman parte de la cultura popular y literaria.
“Se alienta a los niños desde pequeños a entregar artículos perdidos al kōban, incluso si son pequeñas cantidades de dinero como diez yenes. Pero también se trata de un acto simbólico y una obligación moral que saben que tienen que cumplir”, afirma el abogado Masahiro Tamura, profesor de derecho en la Universidad de Kioto.
Las prácticas populares sintoístas y budistas también son factores que han influenciado en el desarrollo del valor de la honestidad y el “cuidado por la vida del otro”.
Durante el tsunami que azotó al Japón en el 2011, muchas personas quedaron sin hogar, comida o agua. La gente se esforzó en ayudarse mutuamente, enseñando con ello el precepto budista de ‘gaman’, similar a la paciencia o la resistencia: piensa en los demás antes que en ti mismo.
En términos generales, la conclusión quizá tenga que ver con la manera nipona de comportarse frente al grupo: su visión colectivista y de pertenencia al grupo, durante varios siglos. Aquella que incita a las personas a pensar primero en los demás a la hora de devolver un objeto robado. Aprendamos y cultivemos estas lindas prácticas para poder desarrollar nuestra comunidad de la mejor manera.
Por: Adrián Marcos García
Comunicador Audiovisual de la Pontificia Universidad Católica del Perú
E-mail: amarcos1771@gmail.com