Es natural y normal que todos y cada uno de nosotros tengamos reacciones emocionales a causa del terremoto, el tsunami y la crisis nuclear ocurridos recientemente en Japón. Los efectos van más allá de la devastación producida, y tienen un impacto emocional en las personas. Las alteraciones en el trabajo, las condiciones de vida, los estudios y las rutinas diarias añaden preocupación y estrés a la gente. Ayudar a las personas a entender cómo nos afectan los eventos traumáticos puede permitirles recuperar nuevamente el control sobre sus vidas, perdido durante el desastre.
Todos tenemos diferentes necesidades y diferentes maneras de enfrentar los desastres. La reacción más común es la vigilancia extrema, es decir, mostrarse exageradamente cauteloso y desconfiado sobre cualquier cosa. Otros pueden tender a aislarse, sin querer hablar sobre lo ocurrido. Pero, todos quienes presenciamos o experimentamos directamente un desastre somos afectados de algún modo por el mismo. Nadie permanece inmutable. De ahí que:
Es normal sentirse ansioso por su seguridad, la de sus familiares y amigos.
Algunas personas pueden presentar dolores de cabeza, musculares o estomacales.
Algunas personas pueden sufrir alteraciones en su patrones de sueño o comida.
Algunas personas NO pueden concentrarse, pensar con claridad o tomar decisiones.
Algunas personas pueden sentirse tristes, ansiosas, abrumadas o enojadas.
Todas estas son reacciones normales que, después de algún tiempo, cuando la vida vuelve a la normalidad, tienden a disminuir. Tenga presente que cuando usted y su familia comienzan a reconstruir sus vidas, pudieran tener que lidiar con algunos de los siguientes factores estresantes:
Cambios personales y en las relaciones con otros:
El cambio de hogar, trabajo o ingresos puede producir incertidumbre sobre el futuro.
Las relaciones pueden volverse tensas, ya que las emociones de todos se intensifican, y pueden aumentar los conflictos con las parejas y otros miembros de la familia.
Los problemas anteriores y el sufrimiento por pérdidas pasadas pueden resurgir.
Los individuos y las familias pudieran tener que vivir en lugares provisionales o con familiares y amigos, lo que afectaría las relaciones y los medios de sustento habituales.
Los padres pudieran estar física o emocionalmente impedidos de cuidar a su hijos, o volverse sobreprotectores por su seguridad.
Los hijos pudieran mostrar algunos problemas de conducta, dependiendo de su edad, tales como dependencia y molestia excesivas, e imitarán la conducta de los padres.
Alteraciones en el trabajo:
La fatiga y el aumento del estrés pueden ocasionar un mal desempeño laboral.
Los conflictos con los colegas pudieran incrementarse, debido al estrés adicional.
Las empresas pueden verse obligadas a despedir a sus empleados, o a reducir las horas laborales y los salarios.
Los patrones de traslados diarios al trabajo pueden verse alterados
Quienes sufren alteraciones laborales pudieran perder su antiguo nivel de vida, lo que traería problemas financieros.
Cómo sobreponerse a los eventos traumáticos:
Los eventos ocurridos recientemente nos confirman que no podemos controlar todo lo que ocurre en nuestras vidas. Pero hay cosas que nos ayudan a controlar el impacto emocional de dichos eventos.
Aceptar como normales sus sentimientos (y los de su familia) de tristeza, rabia, o profundo dolor, y permitirse la oportunidad de hablar sobre esos sentimientos.
Tener un plan de emergencia puede ser tranquilizador, así como saber que usted puede hacer algo en futuros eventos (como preparar un botiquín de emergencia, por ejemplo).
Restablecer las rutinas hogareñas y diarias en general también es importante, limitando la exposición a noticias estresantes y las tareas muy exigentes. – Retomar las actividades placenteras con la familia y los amigos.
Aceptar que otros miembros de la comunidad nos ayuden es beneficioso.
Hacer donaciones y ayudar a quienes resultaron directamente afectados.
Mantenerse saludable, comiendo comida sana y tomando suficiente agua.
Evitar cantidades excesivas de cafeína y alcohol.
Dormir, descansar y hacer ejercicios físicos suficientemente.
Mantener contacto con otras personas que hayan experimentado el evento.
Los adultos pueden ayudar a sus hijos y a otros niños a mantener condiciones seguras.
Aprender técnicas de reducción de estrés, tales como meditación y respiración. Si Usted, algún familiar o conocido aun tiene dificultades para enfrentar la situación, por favor pida ayuda. Usted puede consultar a un profesional.
Cómo ayudar anuestros hijos a superar eventos traumáticos
Los niños pueden reaccionar a las situaciones traumáticas (tales como los recientes terremoto, tsunami y crisis nuclear), de muchas maneras diferentes. Los niños son muy sensibles y tienen dificultades para entender por qué ocurren dichos eventos. Para ellos puede resultar muy difícil superar experiencias atemorizantes. Ellos observarán las reacciones de los adultos para hacerse una idea de cuán grave es la situación. Aquí los padres pueden ayudar mucho.
Reacciones más comunes para niños de cualquier edad:
Alteración del sueño, y pesadillas.
Vigilancia extrema, y siempre alerta.
Preocupación por su propia seguridad, la de su familia, amigos o mascotas.
Hipersensibilidad a sonidos (sirenas, ruidos altos, objetos que se caen o rompen)
Temor a que ocurra otra tragedia.
Merma de la concentración y la atención.
Alejamiento de amigos, actividades sociales y de otro tipo.
Se vuelven irritables y problemáticos.
Molestias físicas (dolores de cabeza, estómago, etc.)
Reacciones fuertes a recordatorios de la tragedia (destrozos circundantes, noticias)
Dolor profundo y sentimiento de pérdida.
Falta de interés por las actividades habituales.
Los niños en edad preescolar (1-5) además pueden tener las siguientes reacciones:
Regresión a comportamientos de una edad más temprana (chuparse el dedo, mojar la cama, miedo a la oscuridad)
Temores nuevos (a personas extrañas, la oscuridad, animales o «monstruos”)
Revivir la tragedia mediante el juego.
Llorar o demandar más cuidados de lo normal.
Moverse alrededor sin rumbo o permanecer inmóvil.
Los niños de 6 a 11 años además pueden tener las siguientes reacciones:
Alejamiento de amigos y actividades sociales.
Dificultad para concentrarse.- Aparición de temores infundados.
Caída del rendimiento escolar.
Sentimiento de responsabilidad por lo ocurrido.
Sensación de letargo.
Los adolescentes (12-17) además pueden tener las siguientes reacciones:
Revivir la tragedia como si fuera real.
Caída en el rendimiento académico.
Conductas riesgosas (ingerir alcohol, drogas, o hacer cosas dañinas para otros y para sí mismos)
Sentimiento de culpa por no haber sido capaz de evitar las heridas y muertes de los otros.
Pensamientos depresivos y/o suicidas.
Qué hacer para ayudar a nuestros hijos:
Reaccione con prudencia. Los hijos se guiarán por la conducta de sus padres y demás personas a cargo. Mantenga una actitud serena y apropiada emocionalmente. Mostrar mucha preocupación puede incrementar la ansiedad de su hijo.
Escúchelo. Permita al niño hacer preguntas y expresar sus preocupaciones. No cuestione sus sentimientos.
Responda de manera breve y honesta. Las explicaciones deben ser de acuerdo a la edad, y no demasiado detalladas. Si Ud. no sabe todas las respuestas, está bien admitirlo.
Limite la exposición del niño a las noticias. Proteja a su hijo de la cobertura mediática excesiva.
Haga que su hijo se sienta seguro. Dígale qué hacer durante una réplica, por ejemplo, y explíquele qué está haciendo Ud. para proteger a la familia. Esto tal vez deba hacerlo varias veces.
Mantenga las normas y las rutinas. Los niños se sienten más seguros si hay orden y disciplina. Si Ud. tiene dificultad para mantener las antiguas normas, establezca otras nuevas.
Preste atención a las conversaciones de adultos. Esté al tanto de lo que se habla. Los niños pueden malinterpretar lo que oyen, y atemorizarse sin motivo alguno.
Calme sus temores sobre la seguridad de sus amigos. Su comunicación con los amigos puede verse interrumpida por la tragedia, debido al cierre de la escuela y los viajes.
Estimule a su hijo a que ayude. Los niños superan más rápido los traumas cuando sienten que están ayudando. Busque la forma de que su hijo ayude (distribuyendo alimentos, etc.).
Sea paciente. Los niños pueden estar más distraídos y necesitar más atención de lo normal. Los recordatorios y una mayor atención resultan de gran ayuda.
Bríndele protección a la hora de dormir. Trate de pasar más tiempo con su hijo cuando vaya a la cama, leyéndole cuentos, por ejemplo. Probablemente necesitará dormir más cerca de usted por un tiempo.
Manténgase optimista. Aun en las situaciones más difíciles trate de mantener la esperanza en el futuro. Una imagen positiva y optimista ayuda a los niños a percibir las cosas buenas de la vida, a su alrededor.
Si su hijo o algún otro familiar aun tiene dificultad para sobreponerse a lo ocurrido, por favor pida ayuda. Ud. Puede consultar a un profesional de la salud.
Texto elaborado por el personal de la línea telefónica de ayuda en inglés de Tokyo – TELL en inglés y traducido al español por Ángel La Rosa
Publicado en la revista Latin-a edición 30 de abril del 2011