Me sorprendió leer un artículo que decía que un animal cuando satisface su necesidad está contento, sin embargo, el ser humano no solo satisface su necesidad, sino que suele sobrepasarse llegando a la gula, lo cual sé hace una costumbre de los excesos que pueden traer malas consecuencias tales como problemas de salud, económicos, sociales, etc.
El ser humano desde que nace necesita horarios en su alimentación, por ejemplo, muchos son los recién nacidos que después de haber sido alimentados con la leche materna y un biberón, quieren seguir mamando y no por hambre sino por estar en el regazo de su madre. Alguna vez todos hemos oído decir a nuestras abuelas que no los acostumbremos al brazo, sí desde bebés no les ponemos horarios y límites, como madres terminaremos cansadas y muchas veces hasta siendo controladas por esos angelitos que con su llanto nos hacen correr a atenderlos, llanto que al crecer puede convertirse en gritos, pataletas y hasta golpes contra sus padres, creo que muchos hemos visto este tipo de escenas.
Sabemos que cada familia es un mundo y «cada uno sabe cómo criar a sus hijos»; sin embargo, no sólo se trata de criarlos como hijos sino también como individuos que son parte de una sociedad, por lo que como padres debemos enseñarles que existen «límites», como decía en un artículo: “Sin límites no hay futuro, todo exceso trae consecuencias”.
Cuando veo una escena en el supermercado de niños gritándole a sus madres, viene a mi memoria el recuerdo de mi mamá, una mujer que con tan solo una mirada hacía que mis hermanos y yo nos quedáremos quietos, y aunque era por temor a ser castigados, ese temor nos enseñó a respetar a nuestros padres; educación muy diferente a la que actualmente veo en mi entorno y a nivel mundial según las redes sociales.
El no poner límites ha venido dando paso a excesos y podríamos decir que vivimos en una “era de excesos» con consecuencias negativas en niños, adolescentes y jóvenes. El exceso de trabajo de los padres genera problemas en el hogar perjudicando la vida en familia y generando una educación con falta de límites. Un artículo decía: «la permisividad de los padres y la mala interpretación de la estrategia de crianza ser amigos, se han convertido en problemas contemporáneos llevando a muchas familias a perder el control en la educación y crianza de sus hijos, y por ende del respeto”
La falta de tiempo de los padres por el exceso de trabajo hace que, para enmendar culpas, les den a sus hijos adolescentes exceso de libertad y a sus hijos pequeños exceso de gustos y regalos generando personas egoístas, caprichosas y hasta manipuladoras. La falta de dedicación de tiempo a los hijos formará niños y adolescentes faltos de atención y afecto, muchas veces inseguros y con resentimientos.
Algo que me sorprendió saber pero que tiene lógica, es que dar libertad sin límite a nuestros hijos es muchas veces la respuesta a la experiencia infantil de padres que crecieron en ambientes excesivamente restrictivos y autoritarios. Por experiencia sé que ninguno de los patrones es bueno, debemos hallar el equilibrio.
Cabe mencionar que el exceso no sólo es un problema en la conducta de niños, adolescentes o jóvenes; sino también es un problema social reflejado en el consumo excesivo de las personas en general (comida, ropa, electrodoméstico, automóvil, etc.); algo que genera grandes beneficios para las empresas y el sistema económico, pero causa problemas a los consumidores. Un artículo de tendencia global explicaba que el exceso de consumismo es un efecto negativo que contribuye al calentamiento global, la contaminación y destrucción del ecosistema y profundización de la paradoja riqueza-pobreza.
Un artículo de filosofía actual decía “la sociedad actual genera mucha ansiedad y nos puede llevar a caer en excesos”, pero creo que está en nosotros tomar el control.
Por Una madre Latina en Japón