Durante las vacaciones de verano, aprovechando los tickets gratis que se dan a los niños de primaria para algunas piscinas de la ciudad de Kobe, pasé varios días con el último de mis hijos que tiene 10 años. Siento que fue beneficioso, ya que, con la rutina diaria y el trabajo, muchas veces no puedo dedicarle un tiempo especial porque tengo otros hijos. Estar solo los dos fue especial, después de la piscina íbamos a hacer las compras para el almuerzo, me ayudaba a cargar las bolsas y pensábamos que preparar; así también hacíamos la tarea de investigación para la clase de sociales.
Creo que cada hijo es diferente, pero también he notado un cambio en mí, creo que influye mucho el conocimiento, la experiencia y la edad. Fui madre por primera vez a los 21 años, fue difícil más aún por enfrentarme a un idioma y cultura diferentes, por lo que es natural que haya cometido errores por la falta de conocimientos, pero nunca por falta de amor o responsabilidad. Aunque esos errores me “pasaran pequeñas facturas” que pude cubrir con amor y aprendiendo a pedir perdón; me ha sucedido con mis hijos mayores.
El haber vivido experiencias con mis hijos mayores no significa que no cometeré errores con mis hijos menores, porque como decía, cada hijo es diferente, y muchas veces el recorrido no será el mismo.
Por amor a mis hijos y responsabilidad, me dediqué a aprender el idioma y la cultura de este país, lo que me ayudará a cometer menos errores. Sin embargo, he podido sentir en estas vacaciones de verano que los errores que voy cometiendo no se deben a la falta de experiencia, sino a la edad; algo que también veo en mi esposo. Con mis hijos mayores, durante sus estudios en la primaria y secundaria, éramos más jóvenes y por ende más activos y participábamos en los diferentes eventos. También les dimos más libertad de decisión, algo que no siempre fue bueno porque confundían la libertad con el libertinaje; algo muy común en nuestra sociedad actual en la que es difícil poner límites.
Talvez por esas razones, volver a ser madre a los 35 y 40, me han hecho ser muy protectora, ya que no pensaba como aquella madre de 21 años. Ser madre adulta me da mayor capacidad de ayudar a mis hijos a tomar decisiones, pero no es que todo esté bajo control porque me he dado cuenta que me he vuelto muy sobreprotectora. Será qué con las cosas que veo en internet y los tres años de pandemia me volvieron así, la verdad es que me preocupé. Investigando encontré un artículo sobre las madres tóxicas y no estoy en ese grupo, porque a pesar de preocuparme por cada uno de mis hijos, no deseo controlar sus sueños, decisiones, trabajos etc.
Ser madre de un niño de 10 años y ver que los mayores van dejando el nido, inconscientemente me hace aferrarme al pequeño, y creo que no tomar conciencia de esto podría acarrear consecuencias. Decía un psicólogo: “Tomarnos un tiempo y pensar en nuestro papel de padres es necesario. Muchos padres se equivocan inconscientemente, talvez porque existen factores que afectaron también sus vidas, como los deseos de sus padres. Es una cadena que debemos descubrir y cortar para que nuestros nietos no sufran ese afán psicológico de la manipulación que trae la sobreprotección”.
Decía un artículo “La sobreprotección genera dificultades para cumplir las normas y límites, potencia la desadaptación familiar, perjudica el desarrollo psicológico del niño y su futura adaptación social, porque la familia genera dependencia e inseguridad en sus hijos e hijas. La falta de autonomía hace que los niños sufran de problemas para tener una identidad propia y les cuesta manejar la frustración o la adversidad. La baja autoestima es otra consecuencia común en niños con padres inseguros, pues tienen poco o nulo conocimiento de sus gustos o preferencias”.
Guía para fomentar a independencia en tus hijos y no caer en la sobreprotección:
– Deja que tu hijo se equivoque.
– Permite que tu hijo fracase.
– Enséñale a tu hijo a ser responsable.
– Respeta las decisiones que tome tu hijo.
– Anima a tu hijo a cumplir con sus compromisos.
– Motiva a tu hijo a hacer las cosas por sí mismo.
– Que tus miedos, no sean los miedos de tu hijo.
– Apoya los sueños de tu hijo e incentívalo a cumplirlos.
Una madre latin-a en Japón