Cómo he escrito anteriormente, ser padres es una bendición, pero al mismo tiempo una gran responsabilidad, un compromiso y trabajo de por vida, mucho más aún si debemos desarrollarnos en una cultura diferente a la que fuimos criados, no existe un manual para ser padres, sólo nuestras experiencias como hijos o las experiencias de otras personas. Las experiencias con nuestro primer hijo nos ayudan a enmendar errores con los menores, me ha sucedido.
La mayoría de las personas de la comunidad latina, especialmente peruanos y brasileros, que somos los más antiguos y numerosos, algunos ya con 30 años de vida en este país, ya estamos viendo nacer en estas tierras la segunda generación. La gran mayoría de nuestros hijos han absorbido más la cultura japonesa y solo hablan el idioma japonés, son pocos los padres que han logrado transmitir a sus hijos su cultura, idioma, religión, tradiciones, etc.
Creo que cuando ambos padres se unen en la crianza y educación de los hijos, especialmente cuando son de la misma cultura, a pesar lo difícil del idioma japonés, la comunicación será fluida; sin embargo, el trabajo de crianza se hace pesado cuando en casa conviven tres culturas y tres idiomas. También influye el hecho de que si el padre es extranjero y la madre es japonesa o viceversa.
En días pasados fui a un colegio de secundaria en la ciudad donde vivo para exponer sobre nuestra cultura, los adolescentes escuchaban atentamente mirando las imágenes del reflector y sorprendidos porque trataba de explicarles los grandes cambios de muchas familias japonesas al viajar a un nuevo continente cruzando el Pacífico, en busca de sueños, los mismos por los que nosotros vinimos a Japón. Estos son temas que muchos japoneses desconocen.
Al término de la exposición, una de las tantas preguntas que me hicieron fue ¿Qué es lo más valioso para usted? Fue entonces que sin pensar les dije: “Mi familia, mis hijos, mi historia y mi cultura”
Creo que mi formación como persona no solo se debe a lo que aprendí en el colegio, sino también a los valores que aprendí en mi hogar, al conocer la historia de mis abuelos paternos y maternos, a las creencias de mis padres y abuelos que también son las mías y que ahora comparto con mis hijos como un legado, una herencia.
Creo que es importante que como padres reflexionemos sobre ¿Qué estamos dejando a la siguiente generación?, pues será lo mismo que ellos dejarán a sus hijos.
Desde pequeños los preparamos para que algún día salgan a ver el mundo, serán independiente de nuestras manos, pero dependientes de nuestros valores y principios si supimos arraigarles en el corazón. Creo que la felicidad no está en darles todo lo material que nosotros no tuvimos, o en la profesión que deseamos, aunque es importante, creo que lo principal está en enseñarles a enfrentar adversidades, que sepan de quienes son ramas y dónde está su raíz, así no se perderán en el camino.