En muchos países los jóvenes están desorientados por la excesiva oferta académica existente en las universidades. El INE – Instituto Nacional de Estadística de España publicó recientemente un trabajo donde señala que: «Tres de cada 10 universitarios no ven útil su título para encontrar trabajo” (Diario El Mundo, 22 de Julio de 2016, edición digital). Los resultados indican que en esta última década el tercio de los graduados no encuentran un trabajo y que si pudieran retroceder en el tiempo estudiarían otra disciplina que la elegida en su momento. Carreras como Medicina, Ingeniería Aeronáutica, Farmacia, Telecomunicaciones, Odontología, Ingeniería Naval, Informática, Biotecnología, etc. son, al parecer, las más útiles para conseguir empleo en España donde el índice de desempleo juvenil oscila el 49%. Y otras como Antropología Social y Cultural, Criminología, Filología Románica, Estudios de Asia Oriental, Humanidades, Historia, etc. son las menos útiles, y esta tendencia se profundiza a medida que avanzan en edad.
Sin embargo, el tener o no tener un título universitario incide en la búsqueda, ubicación y continuidad en un trabajo, aunque no fuere el empleo ideal, fuese temporal o por debajo de su cualificación. En ese sentido, el mercado laboral de Japón se caracteriza en que muchos de los que tienen un título universitario o una carrera técnica del «senmon gakko” trabajan en tareas que no necesariamente reflejan lo que han estudiado. De hecho, excepto los graduados de las universidades más prestigiosas o que tienen posgrado de especialización, la gran mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes no prestan mucha importancia a la carrera que han cursado sino a la modalidad de trabajo, la firma o entidad a la que van a pertenecer, la manera en que pueden ser promocionados, etc. Las mismas empresas consideran que un «titulado” tiene mejor capacidad de comprensión y aprendizaje, de gestión y planificación, de manejo de idiomas (según la tarea) y una actitud más flexible para adaptarse a los cambios. Por ende, ante un cambio de trabajo a un rubro diferente, si tienen la voluntad de aprender y adaptarse pueden ser contratados. Además, por más títulos y cursos realizados si no tienen experiencia laboral solo son «cartones de adorno”.
Y en un artículo de Semana Económica de hace unos meses atrás decía: «Estudiar una maestría en el Perú no genera grandes incrementos salariales” (2016.03.04, Escrito por Melisa García M.), lo que genera un impacto (una frustración) muy fuerte a quienes siguen estudiando más allá de una carrera universitaria. Desde luego, cuando son maestrías en especializaciones con una demanda importante en el mercado laboral y de universidades de prestigio internacional como la de los Estados Unidos o del Reino Unido, en muchos casos obtienen una remuneración mucho mejor con posibilidades a acceder a cargos gerenciales.
Pero, la de los países de América Latina y otras partes del mundo no lleguen nunca a tener ese peso que esperan. Tal vez con una serie de talleres o cursillos de las tareas que desempeñan como es en Japón, puedan que logren mejores satisfacciones y estabilidad. En este país el 13% de los que finalizan una carrera universitaria siguen posgrados, sea maestría o doctorado, pero dependiendo de la disciplina a mayor especialización más dificultades tienen en ubicarse en un empleo fijo. De hecho, muchos asistentes en universidades y centro de investigación científica solo tienen contratos temporales o por proyectos con una paga que casi nunca refleja lo que han invertido en tiempo y dedicación. Incluso hay decenas de miles de «doctores Ph.D” que no tienen más alternativa que trabajar de profesor part-time en diversas universidades sin poder lograr un empleo permanente y bien remunerado.
Tanto una carrera o un posgrado es una enorme inversión. Los que la pagan (los alumnos y los padres) deben evaluar mejor la institución académica y no dejarse llevar solo por la propaganda o las «referencias de la calle”. Y los que la ofrecen deberían mostrar más transparencia y seriedad en la información que dan, como ser en qué ámbitos trabajan y qué cargos desempeñan los graduados, los ingresos promedios que ganan, etc. Lamentablemente, no son muchas las universidades que tienen este tipo de apertura de información y en el caso de Japón sí hay referencias en revistas especializadas de economía y administración donde periódicamente publican datos que pueden orientar en la elección de una carrera, especialización y universidad. Tampoco es difícil saber la composición de los jóvenes que han sido contratados por una empresa o una institución pública de renombre.
Y un dato que no hay que olvidar es que cada año un poco más del 20% del millón de graduados de la secundaria superior «koko” no sigue ninguna carrera universitaria ni terciaria del «senmon gakko” e ingresa al mundo laboral. Sin embargo, muchos de ellos realizan cursos dentro y fuera del trabajo para profesionalizarse en su rubro. Tanto en el sector manufacturero, de la construcción, comercio y servicios, existen labores que sin tener un título universitario pueden acceder a puestos jerárquicos intermedios. Lo mismo es con la administración pública, pues hay convocatorias para graduados de la secundaria.
En ese sentido, como suelo insistir en estas páginas de Latin-a, es de suma importancia ingresar y terminar bien – con buena calificación – la secundaria básica y el bachillerato para dejar abierta las posibilidades de estudiar en una universidad como en el ambiente laboral. Caso contrario, sí se puede complicar toda capacitación, sea de cualquier índole y nivel de formación.
Referencias:
http://semanaeconomica.com/article/management/gerencia/181761-estudiar-una-maestria-en-el-peru-no-genera-grandes-incrementos-salariales/#
http://www.elmundo.es/sociedad/2016/07/22/57911b17e2704ec2158b464f.html
Por: Lic. Alberto Matsumoto www.ideamatsu.com