La propagación del coronavirus de Wuhan o neumonía de Wuhan es innegable. A finales de enero, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una emergencia de salud internacional por la extensión de este virus en al menos 18 países, y la preocupante estadística de más 30 mil casos de personas infectadas y un mínimo de más de 800 víctimas mortales. Sin embargo, ¿por qué esta epidemia afecta más que nuestra salud pública?
Las epidemias históricamente nos han demostrado que no solo impactan nuestra sociedad a un nivel de salud pública, sino también en aspectos económicos, psicológicos y principalmente sociales.
Un claro ejemplo de ello son las recientes manifestaciones de discriminación social contra personas de origen asiático alrededor del mundo. Según reportes de la BBC, la extensión del coronavirus de Wuhan está causando que, en países como Francia o Canadá, los ciudadanos con rasgos asiáticos se vean atacados por comentarios racistas o discriminatorios. Y, por si eso fuera poco, sus comunidades también estén empezando a tener un impacto negativo en los ingresos de sus negocios y también problemas en temas de empleabilidad.
Muchos medios de comunicación alrededor del mundo tienen bastante responsabilidad en este tipo de estigmatizaciones. En Francia, un diario local como Le Courier Picard, publicó titulares como «Alerte jaune” (Alerta amarilla) y «Le péril jaune?» (¿Peligro amarillo?), acompañadas siempre de una imagen de una persona con rasgos asiáticos. Acciones como estas no solo promueven comportamientos racistas y discriminatorios, sino también incrementan el miedo hacia el desborde de este tipo de epidemias.
Evidentemente, muchas personas han condenado este tipo de actitudes racistas. Bajo la etiqueta #JeNeSuisPasUnVirus (no soy un virus) en redes sociales, muchos han elevado su voz de protesta, influyendo para que algunos medios de comunicación se retracten en Francia y tengan un mayor cuidado al momento de abarcar una problemática tan sensible como esta.
Si bien es necesario el control y aplicación de medidas preventivas para evitar la propagación del coronavirus, el sentido de prevención no debe caer en excesos ni conllevando a crear barreras sociales como las antes comentadas.
No debemos olvidar, que, pese a la coyuntura de salud internacional, todos seguimos siendo seres sociales y sensibles ante cualquier tipo de prejuicio o estereotipo discriminatorio. El miedo no puede ser más poderoso que la razón.
En ese sentido, la epidemia originada por el coronavirus de Wuhan debería llevarnos a la reflexión de por qué se está haciendo más recurrente la aparición de epidemias de este tipo.
Para el periodista británico Tim Benton, no es un tema específicamente de la geografía asiática (recordemos que las denominadas «Gripe Aviar” y «Gripe Porcina” fueron epidemias cuyo principal brote se dio en países de Asia). El poco cuidado en la higiene y las pobres condiciones de salubridad en distintos focos de interacción social alrededor del mundo efectivamente tienen mucha responsabilidad en la aparición de estas epidemias, pero como menciona Tim Benton la razón principal proviene de los radicales cambios que están sufriendo nuestros ecosistemas.
El cambio climático para Benton es el principal factor por el que están apareciendo de forma recurrente epidemias de este tipo, con la proyección de que en un futuro estas pasen a convertirse en pandemias. El riesgo ahora más que nunca está latente, pero es nuestro deber estar preparados para enfrentar este tipo de problemáticas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha comunicado a través de diferentes medios qué medidas preventivas debemos adoptar ante el coronavirus de Wuhan y cómo identificar a un portador de este.
Definitivamente, es tarea de los gobiernos invertir en proyectos de salud pública, políticas medioambientales y reducir la brecha de desigualdad social, ya que son siempre los más pobres los más vulnerables ante este tipo de epidemias. Mientras que nuestra responsabilidad individual, se encuentra en funcionar como sociedad en lugar de aislarnos y crear barreras destructivas.
Por: Adrián Marcos García
Comunicador Audiovisual de la Pontificia Universidad Católica del Perú
E-mail: amarcos1771@gmail.com