Por estos días, las noticias del coronavirus preocupan a muchas personas. Si bien esta es una reacción normal y, hasta cierto punto, conveniente, para ciertas personas se convierte en una preocupación excesiva. Si una persona ya manifestaba ansiedad relacionada con las enfermedades, las noticias de este nuevo virus pueden exacerbarla. En este artículo comparto alguna información y recomendaciones para reducir el nerviosismo perturbador ante el coronavirus u otras enfermedades infectocontagiosas.
La ansiedad ante una enfermedad viral puede manifestarse como pensamientos y emociones negativos que cuesta sacudírselos. La preocupación tensiona los músculos, hombros y abdomen; puede aparecer una actividad incesante que dificulta el descanso y el sueño; y/o se toman medidas extremas para evitar situaciones que se consideran de riesgo.
Un factor que contribuye a esta inquietud es justamente la novedad de esta afección. Esto llama la atención, dispara las alertas y se genera incertidumbre respecto a la propagación y el tratamiento de la enfermedad.
Además, se activa el recuerdo de enfermedades pasadas y de emociones negativas asociadas a esos episodios. También pueden asomarse en nuestra mente imágenes de películas de epidemias o situaciones catastróficas. Y a esto se suma el bombardeo de noticias y de información en las redes sociales.
Frente a esto, el primer paso para lidiar con la ansiedad excesiva es limitar el consumo de información a fuentes de confianza que proporcionen orientaciones de cuidado basadas en la ciencia. Es probable que, en su trabajo, sus empleadores, le den información formal o usted puede preguntar en su centro de salud local. En esta página web de la Organización Mundial de la Salud encontrará algunas recomendaciones: http://bit.ly/cv_cuidados
Si bien es importante mantenerse actualizado con respecto a la evolución de la propagación y los cuidados apropiados, debe evitar estar permanentemente pendiente de las noticias. Los medios de comunicación y las redes sociales se sostienen a partir de mantenerle «enganchado” con el flujo de información. Evite estar excesivamente atento a las noticias y a la información sensacionalista que abunda en este tipo de circunstancias. Tampoco resulta conveniente «googlear” y aceptar acríticamente la información proveniente de cualquier persona o sitio.
Estar atento a las noticias una vez al día o cada dos días es una frecuencia razonable; NO así, pasar varias horas al día monitoreando los medios de información: eso no le ayuda y solo contribuye a aumentar innecesariamente la ansiedad.
Si tiene dudas respecto a las medidas que está tomando para protegerse o que quiere implementar, pregunte la opinión de varias personas de su confianza en sus distintos entornos sociales; puede ser un familiar, un amigo y un compañero de trabajo. Luego pondere dichas respuestas incluyendo la información proveniente de las fuentes de salud oficiales.
Intente mantener la calma recurriendo a estrategias saludables de control de la ansiedad como hacer ejercicio, caminar, meditar, practicar un pasatiempo u otra actividad que en el pasado le haya ayudado. En la medida de lo posible, mantenga sus rutinas.
Es importante controlar la información a la que acceden los niños. Los niños tienen menos experiencia discriminando la información sensacionalista y las fuentes con información falsa. La escuela seguramente proveerá información general pero también los compañeros pueden generar rumores infundados. Por esta razón es conveniente que los padres o adultos responsable expliquen con honestidad la situación. No es necesario entregar demasiados detalles que pueden confundir a los niños. Sea claro y explique en términos simples que los niños puedan comprender. De la misma manera, responda a las preguntas que le hagan.
Finalmente, si a pesar de seguir estas recomendaciones, usted o alguien de su familia presenta una ansiedad elevada, permanente y que perturba su calidad de vida, busque ayuda de un profesional de la salud mental.
Álvaro Carrasco. Doctor en Psicoterapia Sitio web: https://carrasco.jp