NUEVAS EXPERIENCIAS

Retornamos a las clases presenciales. Finalmente seguí el consejo de tantas amistades: “Viaja
en el tren”. He de confesar que tengo ciertos temores que causan risa: La escalera eléctrica y
el ascensor. Hasta un niño de nueve años es más valiente que yo.
Semanas anteriores, una persona muy generosa y empática con mis traumas y temores, me
enseñó a subir y bajar la escalera eléctrica, fue una gran práctica y es algo que nunca olvidaré,
porque nadie había tenido tanta paciencia conmigo.
Todo era aprendizaje: la cola, la tarjeta, el horario, etc. Y me gustaba mucho que no había
personas con su celular en YouTube a todo volumen, ni vendedores ambulantes en cada
paradero. Lo único triste es que no puedo dormir relajadamente como en el bus de la 50, en la
ruta de SJL al Callao, acá si pestañeó despierto en Villa el Salvador, la última Estación. Para
evitar dormir tomo dos tazas de café súper cargado, así estoy disfrutando de conocer las rutas
y apuntando los minutos entre una y otra Estación.
Termino del trabajo muy cansada. Voy rápidamente a hacer mi cola para retornar a la Estación
Bayóvar. Son las 5:10pm, mantengo un ojo abierto, esperando llegar pronto a la entrada. Subo
lento las escaleras, la mascarilla no me deja respirar bien, pero finalmente ya estoy en el tren y
lo mejor: estoy sentada. Cierro los ojos, intento dormir siquiera 20 minutos. De pronto alguien
me sacude la manga de mi saco y me dice en alta voz: “Dame asiento”. Yo abrí un ojo y lo volví
a cerrar. Era una mujer embarazada. Volvió a insistir sacudiendo más fuerte la manga de mi
saco: “Dame asiento”. Esta vez abrí los dos ojos, la miré muy seria por unos minutos, no me
paré, cerré mis ojos y seguí durmiendo. De pronto escuché que alguien dijo: “siéntese aquí”.
Me considero una persona respetuosa y empática. Si la señora me hubiera solicitado con
modales, yo me hubiera puesto de pie para cederle el asiento, pero ella sacudió mi saco dos
veces, no saludó ni pidió por favor. Quizás hice mal para algunas personas, sin embargo, yo
considero que la educación, los modales, el respeto, deben ser siempre lo primero.

¡GRACIAS POR LEERME!

CECILIA PORTILLA SANDÓN- PERÚ

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