¿Hijos de japonesas son menos que hijos de extranjeras?

Esta pregunta viene a colación del debate de que la migración extranjera puede poblar y dar una respuesta al problema demográfico de los países industriales, principalmente en algunos países de Europa y Japón. Incluso algunos candidatos republicanos de los Estados Unidos suelen decir que la presencia de los hispanos (latinoamericanos) es la mejor forma de incrementarlos emprendimientos personales y la actividad comercial, y como consecuencia de ello podría aumentar la recaudación tributaria y los aportes a la seguridad social, dentro de una sociedad en donde los americanos blancos tienen menos hijos y más personas en situación pasiva (aumento del presupuesto para el pago de la pensión y gastos médicos). A veces, en Japón, no solamente algunos académicos sino congresistas progresistas también suelen decir que a través de la migración extranjera de países donde las mujeres tienen una alta tasa de fertilidad (Filipinas 3.0, Vietnam 1.7, etc.) se podría paliar este problema de la despoblación, sin saber que no todo Asia tiene una alta tasa en este tema.

La tasa de fertilidad o fecundidad que es la cantidad de hijos por mujeres, en Japón es de 1.42 (2014), un índice bajo que aleja toda posibilidad de mantener una población de 127 millones de habitantes. En la posguerra, en 1950, era de 3.65, en 1970, de 2.13, pero a partir de esta década en que logra un crecimiento económico muy pujante, decrece hasta llegar a 1.26 en el año 2005 que fue la más baja histórica. Para que un país pueda mantener su nivel poblacional se requiere 2.1 y es por eso que la actual administración pone como objetivo llegar a por lo menos a 1.8 en el próximo decenio.

Hay diversos argumentos que explican la baja natalidad y ya no es un problema de algunos países sino que en América Latina también se avecinan tiempos difíciles porque según datos del año 2013, del Banco Mundial, hasta el gigante de Brasil que ahora ya supera los 200 millones de habitantes está en disminución y junto a Chile están en 1.8, Colombia 1.9, Argentina 2.3, Bolivia 3.0, Paraguay 2.6, Uruguay 2.0, etc. Los países menos desarrollados suelen tener tasas más altas pero hay que constatar con otras variables como la tasa de mortandad materno-infantil, expectativa de vida e incluso cruzar esos resultados según nivel de educación, estrato económico, etc. De hecho, en Asia la populosa Vietnam es de apenas 1.7, y hasta China que si bien tiene 1.300 millones de habitantes tiene la misma tasa, mientras que Indonesia tiene 2.5 y Malasia 2.0.

El doctor Masakazu YAMAUCHI, experto en demografía del Instituto Nacional de Investigaciones Poblacionales y de la Seguridad Social de Japón (Kokuritsu Shakaihosho – Jinkomondai Kenkyujo), ha publicado en el año 2010 un interesante estudio con datos de extranjeros residentes en este país donde analiza por prefectura y región, nacionalidad y tipo de empleo. No solamente, utiliza datos de Migraciones sino también se basa en el censo poblacional. Señala que las filipinas y las tailandesas han tenido una tasa alta de fertilidad desde mediados de los ’80 al 90, pero las diversas crisis económicas y la posterior larga permanencia en Japón demuestran que ese índice de nacimientos de madres extranjeras baja rotundamente hasta que, en algunas regiones y conglomerados urbanos, es menor al promedio de las japonesas. Además, teniendo en cuenta que la población extranjera total de Japón no llega ni al 2%, la incidencia de los nacimientos de madres extranjeras que al año no llegan a 30.000, en el total nacional es irrelevante. Solo en el año 2008, el número de nacimientos ha llegado a 38.032 (3.4% del total) pero aquí se contabilizan los nacimientos de unidades familiares de padre y/o madre extranjera, pero cuando se toma solo de madres extranjeras es bastante menor la cifra.

Desde hace unos 10 años atrás hay diversos estudios de expertos japoneses que dan cuenta en base a muestras específicas de matrimonios de nacionalidades mixtas o solo entre extranjeros, que al contrario de lo que muchos creen la tasa de fertilidad es baja, algo que en muchos países europeos las familias de migrantes extranjeros suelen tener una conducta diferente.

El estudio de YAMAUCHI recopila las estadísticas de los nacimientos según las nacionalidades y las que más hijos han tenido son las madres chinas, luego las filipinas, coreanas y brasileñas, totalizando 28.000 (año 2008). Otra observación que hace es que cuando el marido es japonés, las filipinas y las tailandesas suelen tener más hijos pero las brasileñas y las peruanas, no. Sería interesante conocer las razones sociales, antropológicas, económicas y hasta culturales, para profundizar la diferencia de conducta entre extranjeras de diversas nacionalidades, pues puede variar mucho la profesión o empleo, que tienen la pareja, en qué circunstancias llegaron a Japón, etc. Y en los cálculos de tasa de fertilidad por nacionalidad, al año 2005, tomando como referencia los datos del censo nacional, cuando la de las japonesas era de 1.26, la de las extranjeras fue de 1.13. Las filipinas tuvieron 1.57, las brasileñas 1.18 y las peruanas 1.99; pero, cuando el mismo cálculo se basa en los datos de los extranjeros registrados por el Dpto. de Migraciones, esta tasa baja aún más. Por Prefecturas, Kanagawa mostró 1.45 pero por ejemplo Aichi y Shizuoka donde viven muchas brasileñas ha sido de 1.29 y 1.20, respectivamente. En cualquiera de estas tres prefecturas, las japonesas la superan.

El análisis que hace este experto es que a medida que las mujeres extranjeras prolongan su estadía en Japón y profundizan su integración social a través de sus hijos que empiezan a concurrir a la escuela japonesa y por ende a relacionarse con las demás madres japonesas, van asimilando las mismas pautas de no tener muchos hijos para dar una mejor educación o mantener un determinado nivel de vida. Y desde luego, la necesidad de trabajar muy duramente como la de realizar horarios nocturnos para ahorrar, puede ser también un motivo para limitar nuevos nacimientos.

De todos modos, más allá de las limitaciones estadísticas de que no hay datos de los nacimientos por edades de las mujeres extranjeras ni de la cantidad de años que esas madres viven en Japón, varios de los expertos japoneses señalan que no es muy acertado decir, al menos en Japón, que la migración extranjera puede frenar la reducción poblacional o que puede reactivar el consumo interno, como pasa en los Estados Unidos o Francia. En estos dos países, la presencia extranjera es grande (12%, 13%, mientras que Japón es 1.7%), en donde se mezclan documentados y una gran cantidad de indocumentados y la proporción de madres solas que tienen hijos es bastante elevada (40.6% y 52.6, mientras que Japón es de 2.1%) y no son pocas las mujeres que vienen de estratos sociales de bajo recurso económico.

La sociedad japonesa tiene sus particularidades pero tanto el sistema de educación, de salud y de protección laboral (que no se cumpla, es otra cosa), no se puede negar que está bastante bien estructurado y acondicionado, por lo que en principio tendría todas las condiciones para que las mujeres extranjeras que vienen de países que no tienen esos soportes sociales, puedan tener más hijos con mayor tranquilidad y seguridad. Sin embargo, el trabajo de YAMAUCHI demuestra que en el proceso de integración social van adquiriendo rápidamente los parámetros y conductas de las mujeres japonesas y por más que en el país de origen tengan una alta tasa de fertilidad eso no significa que lo reflejen en Japón.

Además, si las mismas mujeres japonesas que conocen mucho mejor su propia sociedad no pueden dar respuestas a una mayor tasa de fertilidad es obvio que las extranjeras, por más que tengan otras necesidades más apremiantes o tal vez por esas mismas razones, no puedan ser las motores del crecimiento poblacional en Japón. Y si esta premisa es correcta, la política de limitar la migración masiva para solo poblar este país no es para nada contradictoria.

Por: Lic. Alberto Matsumoto
www.ideamatsu.com

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