Como cada año, el mes de abril nos traerá cambios en los distintos ámbitos de la vida japonesa. Entre los anunciados para este año hay alguno histórico, como es el de la reducción de la mayoría de edad legal desde los actuales 20 años hasta los 18 años. Se conoce que esta decisión pretende implicar más a los jóvenes en una sociedad envejecida demográficamente, y que tiene como precedente la rebaja de la edad para la participación política aprobada hace unos pocos años.
De este modo, a partir de este primero de abril —y tras casi siglo y medio de una mayoría de edad marcada en los 20 años de edad— los jóvenes de 18 y 19 años de edad serán considerados adultos legalmente, en correspondencia a lo estipulado por la Ley de reforma parcial del Código Civil promulgada en junio de 2018, que entra en vigor este año.
Más derechos (y responsabilidades) para los jóvenes
La decisión supone cambios sociales y económicos importantes. Entre los más significativos destacaríamos dos: el primero sería que cualquier ciudadano podrá contraer matrimonio a partir de los 18 años sin el consentimiento de sus tutores legales, igualándose además la edad mínima de entrada al matrimonio entre hombres y mujeres. El segundo sería que desde los 18 años se podrán adquirir productos o contratar servicios, incluyendo alquilar viviendas o solicitar préstamos y tarjetas de crédito, sin la autorización de aquellos. Aunque, como contrapartida, los “nuevos adultos” de 18 y 19 años deberán responsabilizarse personalmente de sus acciones, y de sus consecuencias, sin poder contar ya con ciertas protecciones anteriores, tales como el derecho a la revocación unilateral de contratos (por inmadurez), una potestad que los menores habían tenido hasta ahora.
No obstante, los “nuevos adultos” de 18 y 19 años seguirán sin poder comprar ni alcohol ni tabaco (o consumirlos). Tampoco podrán participar en las apuestas permitidas por el Estado hasta que cumplan 20 años, entre otras restricciones menores que se mantienen.
“Nuevos adultos” como posibles víctimas
Ante esta nueva realidad, muchos temen que estos nuevos consumidores libres, pero inexperimentados, caigan en las redes de timadores o desaprensivos quienes, ofreciéndoles “grandes oportunidades”, los animen a firmar acuerdos o a contratar créditos que luego no podrán revocar. Todo ello con graves consecuencias psicológicas y económicas para ellos.
Así, y para prevenir engaños, estafas o extorsiones, ya se alzan voces en favor de incluir un programa de para educar a los estudiantes como consumidores Shôhisha kyôiku(消費者教育)en la educación secundaria senior, que trate cuestiones como: la naturaleza y la transcendencia de los contratos, su peligrosidad cuando implican una deuda, la posibilidad real de pago, los mecanismos de protección al consumidor, los servicios públicos de consulta, etc.
Igualmente, se pide al gobierno que extreme las medidas de detección de estafadores, y a las empresas de servicios y entidades financieras una autorregulación para evitar abusos a estos jóvenes.
Asistencia a los jóvenes en apuros
Aparte, se pone ya a disposición un teléfono de línea directa para la asistencia de los jóvenes que se encuentren en este tipo de problemas. Es el conocido como el Shôhisha Hotline 188 (消費者ホットライン188). Se trata de un servicio público de la Oficina gubernamental de atención al consumidor, de ámbito nacional, que presta atención en japonés. Cabe decir, sin embargo, que, aunque se presente como un servicio de fácil acceso para el consumidor en apuros, la llamada telefónica no es gratuita.
Igualmente, es posible hacer consultas al Centro nacional de atención al consumidor Kokumin seikatsu sentâ (国民生活センター) a través de su cuenta de la aplicación de mensajería instantánea LINE.
Ya para terminar, nos alegraremos si estos “nuevos adultos” disfrutan de sus derechos bien informados.
DIÁSPORA Por: Rosalia Avila Tápies E-mail: r.avilatapies@bcncenter.jp