Hace 22 años, un día como hoy 17 de enero en la ciudad de Kobe, 6434 personas perdieron la vida a causa del Gran Terremoto de Hanshin-Awaji (阪神淡路大震災), desde aquella madrugada de 1995 no puedo evitar que cada 17 de enero me embarguen sentimientos de tristeza al recordar aquellos momentos y a los amigos que nunca más volvimos a ver, y sentir temor de que vuelva a suceder. Y es que vivencias como estas nos marcan para toda la vida, un terremoto de esa magnitud es una experiencia muy dura para cualquier persona, y si a eso le sumamos el hecho de que nos encontramos en un país extranjero y sin entender el idioma, hace que en cuestión de segundos tu vida de un giro de 360 grados y te sientas perdida, desorientada y sin saber qué hacer; es así como me tocó hacerle frente.
A pesar de que, gracias a Dios, ningún miembro de mi familia perdió la vida, en ese momento me sentí muy desdichada y no dejaba de preguntarme por qué me había tocado vivir esta experiencia; sentimiento que fue desapareciendo poco a poco al ver cómo los ciudadanos de Kobe, muchos de ellos sin familia y sin hogar, valientemente hacían frente a la adversidad trabajando juntos y ayudándose mutuamente. Luego, ver como Kobe resurgía de entre las cenizas gracias al trabajo y esfuerzo de su gente, y como día a día iba convirtiéndose en una nueva ciudad, hermosa, moderna y cómoda para todos, me fue devolviendo la confianza y la ilusión perdidas haciéndome comprender que el solo hecho de haber sobrevivido a un desastre que le arrebató la vida a tantas personas, era un motivo más que suficiente para seguir adelante.
El transcurrir del tiempo me dejó en claro que en la vida se pueden presentar situaciones muy difíciles pero está en nosotros sobreponernos a ellas y tratar de convertirlas en experiencias enriquecedoras. Ahora puedo decir que para mí el terremoto de Kobe fue una experiencia enriquecedora, una lección de vida muy grande que me hizo crecer como ser humano y me enseñó a compartir mi vivencia con la ilusión de que pueda servir de ayuda a otros. A partir del Terremoto de Kobe se establecieron dos conceptos importantes para estos casos, «autoprotección» que se refiere a la capacidad de protegerse a sí mismo, y «cooperación» que se refiere a la ayuda entre vecinos; a fin de proteger nuestras vidas y las de nuestros seres queridos ante un desastre, creo que es importante que nos preocupemos por fortalecer estos dos aspectos y esforzarnos también por aprender el idioma japonés. Definitivamente, si cuando ocurrió el terremoto de Kobe yo hubiera podido hablar japonés como ahora, la experiencia hubiera sido más llevadera.
Por: Roxana A. Oshiro