Les queremos compartir esta crónica ganadora de un premio internacional, esta historia nos narra una situación sobre el viaje en tren en Perú, escrito por la autora Cecilia Portilla Sandón a la cual felicitamos y deseamos mucho éxito.
LA MARATÓN DEL CAOS
“¿Qué te pasa oe huevón? No seas pendejo ni abusivo, deja de empujar, so bestia, ignorante de mielda”. Ya llevo tres meses aproximadamente, yendo a la Estación Bayóvar y he observado actitudes vulgares y nefastas de muchas personas.
Lunes, 6:40a.m. : La carrera ha empezado. De todos los rincones se acercan corriendo niños, jóvenes, adultos y madres cargando a sus bebés…ya no importa las reglas de tránsito, ni los buenos modales, pareciera que alguien gritó: “A sus marcas, listos… ¡YA! Corren mejor que Gladys Tejeda.
Mis pasos son lentos. Estoy siempre con un ojo abierto y otro cerrado (casi zombie). Llevo chalina muy gruesa (tejida por mis propias manos), guantes y gorro por el frío intenso. Respeto el orden de la fila, nunca corro a pesar de que muchos lo hacen.
A un lado de los torniquetes, detrás de las rejillas, están a veces dos señores tocando sus instrumentos musicales, tocan cumbia, huayno, yo disfruto y sonrío con la música porque me alegra el espíritu y modestamente colaboro con su arte, echando unas monedas en su bolsita; pero siento tristeza infinita por la indiferencia del resto de las personas…todos corren como si fuera el último tren del día. Si mal no recuerdo son ocho torniquetes, la cola es inmensa; sin embargo no existe la solidaridad.
Ya en la escalera eléctrica, me siento una diosa, ja, ja, ja…me quedo quietecita a lado de la baranda, muy firme y sonriendo porque la máquina me va elevando poco a poco hasta el andén. Ya me han empujado como diez personas, porque suben corriendo y tropezándose. Veo a madres desesperadas jalando a sus hijos. La maratón continúa en los peldaños y nadie dice nada, incluso estando allí personal de seguridad, quien es Shakiro por sordo, ciego y mudo.
En el andén, la formación es horizontal y sin pasar la línea amarilla. De pronto llega el tren vacío, las puertas se abren y muchos se empujan para ganar asiento. Yo estoy feliz porque alcancé uno y ahora solo abrazo mi mochila y me duermo por media hora hasta la Estación Angamos. Sin embargo, no puedo dormir porque hay discusión entre los pasajeros .Una srta ha gritado a un joven para que se ponga de pie y le dé asiento a una señora, pero él no quiere hacerlo, hace caso omiso al reclamo y sigue mirando su celular. Esta actitud enerva a los que están más cerca y se escucha claramente: “Es un sinvergüenza”, “Le pesa los hue…”, “Seguro no tiene madre”, “párate oe huev…”, «párate o te corto los huevos», dijo otro en tono amenazante…me quedé dubitativa, no sabía si intervenir para apaciguar los ánimos o seguir con los brazos cruzados…estaba muy asustada y recordé de pronto lo acontecido el 04 de agosto: en un vagón se suscitó una pelea, y un hombre de 38 años intervino para detener la trifulca … pero salvajemente lo apuñalaron en el pecho y el hombre lamentablemente falleció…esto sucedió a la altura de la Estación La Cultura. Hasta ahora siguen las investigaciones, no hay responsables del hecho cruel…nadie se presenta como testigo, la vida no vale nada, te matan y ya…pasan los días y el caso se olvida…nada ha cambiado desde ese entonces…no han incrementado la vigilancia…no han hecho nada, las autoridades también son Shakiros. Y la gente cada vez está más violenta…están fuera de control… decidí entonces seguir sentada, recé mucho para que la situación no se agravara Ante tanto gritos e insultos, el joven finalmente se pone de pie y la sra adulta mayor se sienta tranquilamente.
Todos miran su celular, algunos escuchan música en YouTube en alto volumen. En los parlantes del tren se escucha reiteradamente: “Sres. pasajeros para mayor comodidad si desea escuchar música, por favor utilice sus audífonos…gracias”. No hay agentes en las puertas, confieso que hasta ahora no he visto a ninguno, quizás están en otro vagón.
El tren avanza rápidamente y se escucha: “Estación Angamos”. Me levanto y camino hacia las escaleras de concreto…mis pasos son muy lentos (sigo con sueño), de pronto algo llama mi atención y veo a una jovencita correr desesperada para entrar al ascensor…oh, surprise no hay agente de seguridad que haga respetar el ingreso exclusivo para las personas mayores o discapacitadas.
Por más que intento no tropezarme con nadie es imposible ante tantas personas, todas se desesperan por bajar…se empujan, gritan…es un caos.
Ya en la pista se escucha a lo lejos: “Todo Aviación, suba, suba”…”Pague con sencillo”… “ Avance atrás” … “Al fondo hay sitio” ( y yo sigo con sueño, pero tarareo “ esto se pone bueno, esto se pone caliente”) me río porque solo un milagro hará que llegue antes de 7:45a.m. para evitar la letra T de tardanza.
Ha sido un lunes de maratón caótica, llena de indisciplina, falta de respeto y empatía…todos se concentran en su mundo…las reglas, las normas, son solo letras que nadie desea cumplir. Cada vez nos hundimos más en la carencia de valores, somos ciegos e indolentes…ay, amado Perú, ¿cambiaremos algún día?
¡Gracias por leerme!
CECILIA PORTILLA SANDÓN