Las escuelas nocturnas de Japón, que históricamente ayudaron a adultos, jubilados y niños de familias japonesas que regresaron del extranjero tras la Segunda Guerra Mundial, ahora desempeñan un papel clave para los estudiantes extranjeros y los hijos de padres de otros países.
Estas escuelas ofrecen clases de japonés y educación básica a personas con habilidades limitadas en el idioma, permitiéndoles adaptarse a la vida en Japón y construir su futuro en el país. Actualmente, más del 60 % de los alumnos de las escuelas nocturnas de secundaria tienen raíces extranjeras.
El ejemplo de Bunka Junior High School, en el distrito Sumida de Tokio, refleja esta tendencia: de 31 estudiantes que asisten a clases nocturnas, 28 son extranjeros o hijos de extranjeros, con edades que van de los 15 a los 80 años. Los cursos incluyen japonés, matemáticas y otras materias adaptadas a los distintos niveles de los estudiantes.
El Ministerio de Educación japonés busca expandir el acceso a estas escuelas, estableciendo una en cada prefectura y en las 20 ciudades con más de 500.000 habitantes. Además, se están elaborando directrices específicas para la enseñanza del japonés, ante la expectativa de que la demanda siga creciendo.
Desde su creación en 1947, las escuelas nocturnas han proporcionado educación gratuita impartida por profesores licenciados, y al completar los cursos, los estudiantes obtienen el diploma de secundaria obligatorio en Japón. Además de las clases, muchas escuelas nocturnas organizan actividades extracurriculares, como deportes y viajes escolares, para fomentar la integración y el vínculo entre los estudiantes.
Yasutaka Sekimoto, miembro de un grupo privado de apoyo a las escuelas nocturnas, destacó que estas instituciones “sirven como último bastión para personas de origen extranjero que desean trabajar en Japón y continuar su educación en secundaria y universidad”.



