El pasado 8 de julio falleció el ex primer ministro Shinzo Abe, víctima de un ataque mortal con arma de fuego en la localidad de Kashihara (Nara) durante un acto de la campaña para las elecciones al Senado.
Shinzo Abe tenía 67 años y era el político japonés más influyente de los últimos tiempos, al igual que una figura conocida internacionalmente. Por ello, su asesinato conmocionó no solo a Japón, sino al mundo entero, que pronto se hizo eco de la noticia, extrañándose de que tal magnicidio se hubiera producido en un país democrático y estable como Japón, y con baja posesión de armas de fuego.
Ante este grave atentado a la vida y a la democracia, queremos recordar aquí la transcendencia política del que fuera el primer ministro japonés más longevo en su cargo. Un mandatario carismático y reformista, aunque controvertido, que obtuvo la mayoría del respaldo de los votantes en los comicios japoneses de la última década.
Un político con linaje
Shinzo Abe había nacido en Tokio, en el seno de una prominente familia de políticos conservadores nacionalistas, tanto por parte de padre (el ex ministro Shintaro Abe, hijo a su vez del político Kan Abe) como de madre (hija del ex primer ministro Nobusuke Kishi). Asimismo, también su hermano es político, y ocupa actualmente la cartera ministerial de Defensa.
Shinzo Abe estudió Ciencias políticas en la Universidad de Seikei en Tokio y prosiguió sus estudios en la Universidad del Sur de California. Tras una corta experiencia laboral en la empresa Kobe Steel, entró en la política en 1982 de la mano de su padre, cuando éste ejercía como ministro de Asuntos Exteriores y contrató a su hijo como asistente, adiestrándolo en política internacional. El éxito le sonrió, porque a los 52 años se convirtió en el primer ministro más joven bajo la nueva Constitución, y luego en el más longevo, pues fue el que ocupó por más años su cargo (9 años), en dos periodos diferenciados: 2006-2007 y 2012-2020.
En la derecha más conservadora
Ideológicamente situado a la derecha en el espectro político, era definido por sus críticos como un político ultraconservador y nacionalista. Además, por su visión patriótica sobre la historia de Japón, particularmente sobre el periodo militarista, se le acusaba también de negacionista y revisionista, aunque con el tiempo suavizase sus opiniones y mostrase mayor flexibilidad, como demostraría en la práctica política. Su polémico programa económico (resumido en el ya famoso acrónimo “Abenomics”) de eficacia limitada, la desaprobación de sus medidas oficiales para el control de la pandemia Covid-19 (incluida la denostada “Abenomask”), la gran oposición ciudadana a su propuesta de revisión del Artículo 9 de la Constitución pacifista y las acusaciones de tráfico de influencias y falsificación de documentos, entre otros alegados “motivos de salud”, propiciaron su renuncia como primer mandatario en el año 2020, aunque siguiera en activo políticamente y condicionara la elección de sus sucesores en el cargo: Yoshihide Suga, primero, y Fumio Kishida, después.
Con una visión global internacional
A pesar de las críticas, muchos coinciden en que Shinzo Abe fue, sobre todo, un político demócrata, un mandatario pragmático y un estratega brillante, que logró como ningún otro predecesor suyo elevar el perfil internacional del país, a través de una política diplomática y comercial internacional, que incluyó un acercamiento a China, el apoyo a los acuerdos multilaterales en la cuenca del Pacífico, la negociación sobre la soberanía de las islas Kuriles, o la organización de unos Juegos Olímpicos, entre otras cuestiones, algunas llenas de obstáculos.
Por último, y todavía conmocionados por su asesinato, lo recordamos como un político de gran presencia. Un mandatario hábil, extrovertido y elocuente. Poseedor del don de la palabra, y no de las armas. QEPD.
Por: Rosalia Avila Tàpies
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