Desde hace algunos años atrás me llaman seguido del Tribunal de Familia de Yokohama para traducir en las diligencias y juicios de menores latinos que han delinquido. Suelen tener de 14 a 17 años de edad y casi sin excepción alguna, tienen antecedentes de medidas correctivas de la comisaría local o han sido detenidos varias veces por deambular en horas tardías, por fumar o consumir alcohol, por participar en peleas o desórdenes callejeros, por sospechas de prostitución, etc. El expediente que llega al Tribunal es porque las autoridades consideran que es necesario una penalización porque los daños y la gravedad del delito son preocupantes. Las acusaciones se centran generalmente en robo reiterado o extorsión en grupo donde se reflejan los complejos problemas dentro de la familia.
Según el Libro Blanco de Delitos (Hanzai Hakusho) publicado por el Ministerio de Justicia edición 2012, en base a los datos del 2011, señala que 222 menores filipinos (el 24.4% del total), 171 brasileños (18.8%), 157 chinos (17.3%), 86 coreanos (9.5%), 77 peruanos (8.5%) y 44 vietnamitas (4.8%), fueron remitidos a los tribunales por la Fiscalía (las detenciones preventivas o medidas correctivas prejudiciales son muchísimas más). Por categoría de delitos, 489 (53.9%) han sido por robos, 144 (15.9%) por apropiación indebida de objetos, 89 (9.8%) por lesiones, etc.; todos estos casos reciben una sentencia judicial. El mismo informe señala que en el Centro de Detención Juvenil (Shonen Kanbetsusho) hay 282 menores extranjeros de los cuales el 19.9% son filipinos, el 19.5% brasileños, el 19.1% coreanos y el 13.8% chinos, que ocupan el 70% del total. Y los que están bajo libertad condicional (hogo kansatsu), la medida más habitual, son 338, de los cuales 87 son brasileños, 79 coreanos, 49 filipinos, 48 chinos y 26 peruanos; aunque si incluimos a los que están en libertad provisoriamente la cifra se eleva a 1.388, de los cuales 1.056 son asiáticos, 192 brasileños, 55 peruanos y 21 colombianos (datos del 2011).
Y los que están cumpliendo condena en la Centro Correccional de Menores (Shonen-in) son unos 2.000 extranjeros. No es una prisión en el sentido estricto pero no tienen libertad de salida y durante el tiempo estipulado por el juez, según la sentencia dictada, deberán cumplir diversos programas de rehabilitación, formación, asistencia psicológica, cursos de capacitación, etc. Dependiendo del tiempo de condena y la situación del menor, algunos pueden terminar su secundaria dentro del establecimiento, hacer cursos de computación, manejo de maquinarias, soldadura, etc.
No es fácil señalar si estas cifras son muy elevadas a comparación de los menores japoneses pues dependiendo del parámetro de comparación y el ámbito geográfico, varía mucho. De todos modos, si se toman localidades de alta concentración de extranjeros como Gunma, Shizuoka, Aichi, Kanagawa, etc. y si se aplican las fórmulas estadísticas por nacionalidad, por Prefectura o Ciudad, por tipo de delitos, etc.; los expertos señalan que para ciertos delitos el porcentaje es bastante mayor que los nativos japoneses. Por otra parte, es inevitable admitir que en familias que están en la marginalidad social, tienen altas tasas de separaciones o divorcios, madres jóvenes solas o en relación de pareja irregular con varios hijos de padres diferentes, etc., se observan mayores índices de delincuencia. Estos menores suelen estar resentidos con su familia y buscan refugio en terceros ajenos que son los que aprovechan para ubicarlos en bandas juveniles o los llevan por el camino de la droga, entran en el mundo de las «amistades” de la calle y abandonan los estudios y por sobre todo rechazan los consejos de los mayores. Dentro de este contexto, caen en la delincuencia y cuando son detenidos por segunda o tercera vez ya tienen varios antecedentes de detención correctiva (hodoo) y por ende son remitidos a la fiscalía para que los consejeros (chosakan) del tribunal de familia hagan un estudio detallado del menor para conocer las posibilidades de rehabilitación y reinserción social. Luego, el juez determina la medida correctiva o sanción penal.
De todos modos, para no llegar a estas instancias es importante que ante los llamados de atención de los maestros, de la policía local y demás autoridades, los padres asuman a tiempo y con responsabilidad el problema y escuchen también a sus hijos, pues es sumamente frustrante observar que en algunas sesiones del tribunal siquiera se presentan o aunque vengan toman una actitud de indiferencia. En estos casos la reincidencia delictiva es latente y antes de cumplir los 20 años de edad ya llegan con varios antecedentes penales.
STOP! THE Shonen Hiko Kanagawa Police Dpt. http://www.police.pref.kanagawa.jp/mes/mesd1007.htm
Campaña Prevención-Policía de Tokio http://www.keishicho.metro.tokyo.jp/sikumi/gaiyo/shonen.htm
Escrito por: Lic. Alberto Matsumoto www.ideamatsu.com Artículo publicado en la edición de mayo de 2013 de Revista Latin-a.