A pesar del largo tiempo que vivamos en Japón, siempre estamos aprendiendo. A diferencia de los adultos que llegan a Japón con raíces marcadas; los niños y adolescentes, a pesar del choque cultural y del idioma, se ambientan rápidamente aprendiendo el idioma y a socializar en esta cultura.
Ya sea que nuestros hijos hayan venido chicos o hayan nacidos aquí, muchos padres extranjeros nos hemos esforzado por aprender la cultura e idioma y aunque tal vez no a la perfección, hemos logrado abrirnos un espacio. Ahora, después de 30 años, nuestros hijos, una generación mixta en idioma y cultura, está dando vida a una tercera generación con la cual empieza otra historia.
El día que mi hijo me dio la noticia de que sería padre, más que una felicidad fue un shock, aún era joven para ser padre y yo para ser abuela; pero el día que nació mi nieto, al ver su carita sin rasgos japoneses, me invadió un sentimiento inexplicable, vi en el parte de mis raíces.
Después de correr y aprender para criar y educar a mis hijos, voy entrando a una nueva etapa, la de ser abuela (palabra a la que no me acostumbro) en Japón; créanme no es igual a la imagen que tengo de la mía con sus apretones y pellizcos en mis mejillas. Siento que ser abuela aquí es una competencia de quién da más y hay mucho formalismo.
Aunque mi esposo es japonés, parece latino. Los padres de mi esposo eran formales y en cierto tiempo y festividades, daban dinero a los nietos de acuerdo con sus edades a través del otoshidama en Año Nuevo o al ingresar a la escuela de acuerdo con el año de estudios. Para los chicos recibir 100 mil yenes a más al cumplir los 20 años era normal, algo que me sorprendía mucho pues nuestra cultura es distinta, pero mi esposo me decía: “en Japón es normal”. Ahora mi nieto es pequeño, y estoy llena de preguntas sobre si seguir las reglas de esta cultura o proyectar la imagen de la abuela que tuve en mi niñez y adolescencia.
Conversado con otras abuelas latinas, otro punto que nos deja con la boca abierta es el vocabulario que usan los nietos para llamarnos, y que de acuerdo con la región puede variar, sin embargo, podría sonar algo complicado si no les enseñamos a llamarnos de “abuela” o “mamita”. La mayoría de los pequeños no le dicen “ojiichan” al abuelo, sino que usan el término diminuto de jiiji (yiiyi) que puede confundirse si con jijii (yiyii) que significa anciano y es usado como insulto. Lo mismo sucede con la palabra abuela “obaachan”, ellos dicen “baaba” y también cuidemos que no se confunda con la palabra “babaa” que significa anciana, pero se usa como insulto.
Una amiga me comentaba su experiencia, aunque no creo que con todas las nueras japonesas sea igual, a diferencia de nosotras “ser acomedidas no es un tema que les preocupe” pues la cocina es un lugar privado del ama de casa japonesa, por ello muchas nueras japonesas no entrarán a ayudar a lavar los platos, hasta que no se les diga. Y en contraparte, recuerdo que cuando iba a casa de mi suegra y quería ayudarle a recoger la mesa, ella no deseaba que yo entrara en su cocina. Si piensas casarte con un japonés, trata de averiguar sus costumbres para que no te tomen a mal ya que cada familia es un mundo.
Si muchas veces en nuestra cultura existe el mito de la mala relación entre la suegra y la nuera; la diferencia cultural y la barrera idiomática pueden complicarla aún más, pero por amor a nuestros hijos y nietos, volveremos a aprender.