Este año se cumplen 13 años desde el gran terremoto ocurrido el 11 de marzo de 2011 en Tohoku, región nordeste de Japón. Cada vez más se ha dado importancia a transmitir a la posteridad experiencias y lecciones de grandes desastres como este y no olvidarlos.
Después de dicho terremoto, llamó la atención un santuario de la prefectura de Miyagi, la más cerca del epicentro. El santuario se encuentra a unos 5,5 kilómetros en línea recta desde la costa y a unos 5 metros sobre el nivel del mar. Este santuario se llama Namiwake Jinja (浪分神社). El Namiwake sigunifica dividir olas en japonés. Originalmente, el santuario no tenía el nombre Namiwake y fue construido como santuario de Inari. Además, dicen que estaba ubicado a unos 500 metros al sureste de su ubicación actual, o sea, estaba más cerca de la costa que hoy en día.
Este santuario tiene una leyenda que habla de un gran tsunami causado por terremotos que ocurrieron en esa región en el pasado. La legenda dice que un gran tsunami causado por el terremoto ocurrido en 1611 llegó cerca del santuario, pero en la ubicación actual las olas se dividieron en dos y después retrocedieron. Siguieron sucediendo grandes olas en esta región muchas veces y fallecieron muchas personas por ahogamiento, pero siempre las olas, justo al llegar allí, se dividían en dos. Por este motivo, el santuario recibió el nombre de Namiwake en 1835, año en que el agua de tsunami azotó esta zona dos veces, y fue trasladado a la ubicación actual, el mismo punto que divide el límite del área inundada por el tsunami. Es decir, el santuario se colocó en el sitio actual con ese nombre para decir como lección que no debemos vivir más cerca del mar que la distancia que hay desde el mar hasta el santuario.
El tsunami causado por el Gran Terremoto del Este de Japón de 2011 se detuvo a unos 2 kilómetros frente al santuario. Quizá esta vez el agua se detuvo allí gracias a la carretera que antes no existía. Casi todas las personas que vivían cerca del santuario no sabían su origen incluso las personas de la tercera edad y los descendientes cuyos antepasados vivieron en el área durante cientos de años. La lección de apenas menos de 200 años se había olvidado con el paso del tiempo.
Si se hubieran trasladado las experiencias de tsunami de esa región de generación en generación y no se hubieran habitado en el área, el número de personas que fallecieron por el tsunami habría sido menor.
Después del gran terremoto de 2011, en el santuario pusieron una tabla que describe su origen. Nuevamente, sentimos la importancia de no olvidar las experiencias de desastres y transmitirlas a las nuevas generaciones.
Por Sanami Takahashi