En Japón el 53% de los que terminan la secundaria ingresan a alguna universidad y otro 25% optan por estudiar en las escuelas de especialización técnica llamadas «senmon gakko”. Significa que casi el 80% logra un estudio superior y eso refleja que la sociedad japonesa posee muchos recursos humanos capacitados o capacitables cuando entran a trabajar. Sin embargo, al parecer muchos no están tan capacitados ni formados en las diversas especialidades que el mercado laboral demanda. No solamente hay un desfasaje en las carreras que ofrecen las universidades sino la manera en que son formados.
Las escuelas preparatorias para el ingreso universitario llamadas «yobiko” son las que categorizan las universidades para vender mejor sus servicios de apoyo a los estudiantes de la secundaria y motivarlos a que estudien más y satisfacer «las expectativas” de los padres.
Japón tiene un altísimo índice de terminación de la secundaria superior, el 96%, lo que abre puertas a muchos jóvenes a la educación terciaria y a la capacitación laboral. Pero, tampoco hay que ser ingenuos a la hora de elegir una carrera, pues no todos los adolescentes tienen buenas calificaciones ni las aptitudes para ingresar a las mejores universidades. De los 600.000 que ingresan cada año solo el 15% son matriculados en las que tienen cierto prestigio. Es necesario admitir que la preselección viene desde el jardín de infancia o de la misma escuela primaria. Quienes tienen buenas calificaciones van ingresando a las mejores escuelas, sean públicas o privadas, y ya en los primeros años de la secundaria básica «chugakko” los mismos profesores van «seleccionando” a los alumnos para «orientarlos” a qué secundaria superior «koko” pueden ingresar. Desde luego, por más que el promedio general sea bajo hay quienes rompen este esquema y logran la recomendación «suisen” para las mejores universidades.
Sin embargo, los costos de cualquier universidad, sean públicas o privadas, son onerosos y para los padres de una clase media baja es una carga no fácil de solventar y a muchos no les queda más remedio que endeudarse en préstamos escolares de la fundación pública, banco o correo.
En un interesante artículo de Toshihide TANAKA (2015.12), de la Asociación «office donuts talk”, ubicada en Osaka, señala que Japón debe sincerarse de que graduarse de las universidades de bajo ranking, las llamadas de «categoría F (F ranku daigaku)”, es perder el tiempo y dinero (o acumular deudas). Dado que muchos de ellos vienen de una secundaria mediocre no les queda otra alternativa que ir a estas universidades de bajo nivel donde prácticamente no exigen prueba de ingreso alguno y con solo presentar la solicitud, una breve entrevista y la paga inicial, ingresan.
Como los mismos alumnos son conscientes de sus limitaciones tampoco ponen empeño en estudiar y los profesores, en su gran mayoría, para evitar roces y fricciones por sus exigencias académicas, aprueban y los hacen egresar en tiempo y forma, o sea en 4 años. Desde luego, lo que les espera es un mercado laboral mediocre, precario y poco motivador, al menos para muchos de ellos. Nunca es tarde para estudiar ni empeñarse en calificarse para cada tarea, pero el que no lo hace cuando es universitario ha perdido demasiado tiempo y dinero.
Lo que propone TANAKA es que en base a las directivas del Ministerio de Educación que han sido aprobadas recientemente para transformar muchas de estas universidades en simples centros de capacitación laboral, lo hagan ya mismo por su propia cuenta mientras tengan alumnos, pues cada vez son menos los postulantes a estos establecimientos mediocres.
Hay un poco más de 200 universidades públicas y unas 500 privadas, y la tendencia es que muchas se fusionen y otras tantas quiebren. Los expertos dan cuenta que en base a la reducción poblacional de los jóvenes la mitad dejen de funcionar en menos de diez años. Se dice que muchas privadas no puedan sobrevivir a las nuevas exigencias del Ministerio ni del mercado laboral.
Por otra parte, el escritor especializado en temas universitarios, Reiji ISHIWATARI, señala y refuta estas afirmaciones de Tanaka, pues considera que el índice de ingreso de 52% a las universidades es bajo a comparación del promedio de los países de la OCDE, que es del 62%. Señala además que la diferencia de ingresos salariales que hay entre graduados de la secundaria con los de las universidades es importante, por lo que recomienda hacer una carrera. Además, por más que el mercado laboral no exija una especialización bien definida las empresas prefieren tomar un graduado universitario que uno de la secundaria. También, no todos los graduados de universidades «F” terminan en la precariedad o en empresas irregulares llamadas «black kigyo”. En el interior del país, hay muchas universidades privadas pequeñas que tienen especialidades (facultades o departamentos) que se adaptan a las necesidades productivas locales, sean en carreras humanísticas como en las de ingeniería. Los docentes son personal muy preparado y si bien puede haber profesores-investigadores mediocres, algunos se destacan por sus trabajos de investigación y están muy bien relacionados con el mundo empresarial y científico.
ISHIWATARI admite que varias universidades y facultades van a desaparecer por falta de competitividad, pero cree que introduciendo mecanismos más flexibles de formación académica a los que tienen dificultades, por ejemplo, como la de alargar un año más la carrera (de 4 a 5 años), se podría tranquilamente formar los recursos humanos que la sociedad japonesa necesita.
Tal vez, el mayor problema de estos jóvenes es que teniendo la posibilidad de conocer otras realidades y asumirlas como tal, se esconden a sí mismo, evitan asumir riesgos y optan por lo «más seguro”. Según la encuesta realizada por MyNaviNews, en setiembre de 2015, el empleo que más anhelan los estudiantes universitarios de segundo y tercer año es la de ser «funcionario público en las prefecturas o municipios” (chiho-komuin). Quieren lo más seguro en su propia localidad sin tener que trabajar mucho y ganar más o menos bien. No quieren ser funcionarios nacionales ni ubicarse en firmas de renombre internacional donde deben trabajar muchas horas, viajar por trabajo al exterior y asumir grandes responsabilidades. Quieren la estabilidad en su «propio barrio” y por ende tampoco quieren comprar una casa nueva ni construir algo nuevo.
En fin, vamos por mal camino, pues si ellos mismos no son capaces de reactivar las economías regionales no habrá ingresos fiscales suficientes ni para pagar los salarios de estos funcionarios que dicho sea de paso no llegan ni al 5% del total de los graduados.
Hay que pensar mejor los rubros de trabajo que la sociedad demanda y el para qué estudiar, pues aunque entren a una buena universidad si esa especialidad no es muy requerida tampoco tendrá un empleo decente.
Office Donuts Talk http://officedonutstalk.jimdo.com
Artículo de Toshihide TANAKA http://blogos.com/article/152415/
Blog de Reiji Ishiwatari http://bylines.news.yahoo.co.jp/ishiwatarireiji/
Por: Lic. Alberto Matsumoto www.ideamatsu.com