Tasa de abandono de la secundaria en Japón: japoneses y extranjeros

Japón tiene una calificación elevada en cuanto a nivel educativo, según el examen PISA que hace la OCDE y dentro de los países desarrollados posee una alta tasa de escolarización y finalización en sus distintas etapas: tanto de la primaria como la secundaria básica «chugakko” que ronda el 98% y en la secundaria superior «kooko” el 96%. En este último si se incluye a los que concurren a turnos nocturnos y los que cursan a distancia llegaría casi al 98%. No hay en ninguna parte del mundo en que los alumnos, sean de establecimientos públicos o privados, finalicen casi en su totalidad sus estudios. Desde luego, se podrá disentir si todos logran tener un nivel académico bueno como para seguir los estudios superiores, pero tener finalizado el «kooko” implica tener abierta todas las posibilidades para continuar enseguida o en algún momento posterior una formación técnico-profesional, sea en universidades, escuelas terciarias técnicas o en centros públicos de capacitación laboral que ofrece el Estado. Aun trabajando como simple operario, si tienen la secundaria completa pueden acceder a diversas especializaciones y podrían obtener las licencias para el manejo de maquinarias y equipamientos que el sector manufacturero o de la construcción exige.

A pesar de estas envidiables cifras, al año unos 160.000 alumnos abandonan temporalmente por más de 30 días o de manera definitiva la escuela por diversas razones. Es la tasa de abandono escolar «futoko” y los datos oficiales indican que en la primaria hay unos 22.000 de un total de 6.6 millones escolarizados, en la secundaria básica casi 100.000 en 3.2 millones y en la secundaria superior unos 55.000 en 3.3 millones de matriculados. Desde luego, algunos logran retornar para continuar el cursado y de alguna manera obtienen el título de graduación. En Japón no existe la repetición por mala calificación, pero en estos casos, por falta de asistencia o causas específicas, pueden que tengan que cursar de nuevo el año escolar perdido. La tasa de abandono de la secundaria superior es de 1.6%, lo cual es la más baja del mundo.

De los 55.000 que abandonan, según el estudio realizado por el Ministerio de Educación, señala que el 39% es por inadaptación a la vida escolar, sea por falta de interés y ánimo en los estudios, relaciones humanas desgastantes, etc., y el 34% por cambio de escuela o búsqueda de otras alternativas (puede ser a veces por trabajo o simplemente un cambio del bachillerato común a alguna escuela secundaria orientada a la formación técnica, comercial, o viceversa, etc.). Por conductas inapropiadas del mismo alumno ocupa solo el 6%, por problemas en el hogar el 4.5% y por problemas económicos el 2%, mucho menos de lo que uno imagina. El abandono es un poco más pronunciado en escuelas privadas y en las nocturnas, sea por los costos o por el ambiente de estudios. Cabe mencionar que de los 3.3 millones que cursan el «kooko”, 116.000 (3.3%) concurren al turno nocturno y 180.000 (5.3%) son a distancia. Y del total de egresados, el 54% sigue la carrera universitaria y un 25% o un poco más a escuelas terciarias técnicas llamadas «senmon gakko”, por lo que el 80% accede a un estudio superior. Desde luego, eso implica esfuerzos económicos muy grandes de los padres y en muchos casos se endeudan en los préstamos escolares que ofrecen fundaciones y bancos.

De todos modos, últimamente, se señala que la reducción de ingresos salariales está provocando dificultades en la concurrencia a la escuela secundaria, principalmente al ciclo superior «kooko”. Por eso, el Estado garantiza una serie de ayudas para sortear gastos en el cursado y demás pagas complementarias, estén en una escuela pública o privada, según el nivel de ingresos. Son subsidios denominados «Koto gakko shugaku shienkin”, que varía en base a los ingresos de la unidad familiar y su composición. No es una beca por buena calificación, sino una asistencia social para garantizar el cursado y finalización de la secundaria superior. Es una partida que el Estado ofrece a la escuela para aliviar las erogaciones de la familia del alumno, sea por la escuela, materiales didácticos, comidas, etc. Estas ayudas públicas desde luego van también a las familias carenciadas que cobran el subsidio de subsistencia «seikatsu hogo”. Lo que sí, no es conveniente endeudarse ya desde esta instancia por cuanto la educación superior es bastante costosa.

Hay un tema un poco preocupante en los alumnos que terminan la secundaria superior de turno nocturno «teijisei” y los de a distancia «tsushinsei”, dado que hay un 27% y 42%, respectivamente, que están en una situación muy difusa sin decidir qué hacer. O sea, no estudian ni trabajan. Están en una situación ociosa e improductiva y si bien en términos nominales no son muchos (33.000 y 75.000, totalizando casi 110.000), es inquietante porque, aunque entren a trabajar solo tendrían margen para tareas de baja calificación y remuneración. Algunos investigadores sociales señalan que en los últimos años hay un incremento de este tipo de graduados y una mayor presencia de extranjeros de diversas nacionalidades.

Acerca de los alumnos extranjeros, hay un par de análisis con datos del censo nacional del 2000 donde cruzan información por nacionalidades de los jóvenes en edad de la secundaria, de 16 y 17 años, con el número de matriculados en las escuelas. Aquí es difícil saber si esos alumnos han nacido y estudiado desde chico en Japón o han llegado a determinada edad y se incorporaron al sistema educativo de este país. Pero, el estudio realizado por Omagari, Takaya, Higuchi, Kaji e Inaba (Grupo de Investigación » : Advocacy for Poverty of Migrants”, 2012.12, TagengoTabunka-Jissen to Kenkyu, vol.4) da cuenta que solo el 30 – 35% de los peruanos y filipinos, el 15 – 20% de los brasileños, el 70% de los chinos y el 90% de los coreanos están en la secundaria superior «kooko”. Los autores señalan que en el caso de los brasileños y peruanos esta lamentable tendencia se mantiene, aunque tengan más de 5 años de residencia en Japón. Otro estudio realizado por Takashi Miyajima, profesor emérito de la Universidad Ochanomizu, también señala un porcentaje similar en base a una muestra de 12.803 extranjeros que es la cifra de matriculados del año 2011 (Gaikokujin no kodomo ni miru sanju no hakudatsu jotai, Ohara Shakai Mondai Kenkyujo, Nº657/2013.07). El promedio es del 57%, pero muy desigual entre las nacionalidades. Otro dato que toma son las estadísticas de la Prefectura de Kanagawa, donde sin especificar las nacionalidades se pudo saber que el promedio de matriculados en la secundaria superior es del 30% (en el 2006 era de 27%, en el 2009 del 24.7% y en 2011 del 32.8%).

Miyajima alerta que el no ingreso y terminación del «kooko” implica empezar y continuar en la precariedad laboral al igual que sus padres que llegaron desde Sudamérica, ingresos bajos, poca capacitación y hasta resentimiento social que no facilite la integración en la sociedad japonesa.

Muchos padres de las familias migrantes siguen confundiendo pues, aunque sus hijos hablen y se comuniquen en japonés, no significa que tengan las mínimas condiciones de comprensión y razonamiento para acceder a una capacitación laboral o a estudios superiores. Es importante que por lo menos terminen el «kooko” nocturno y sobre esa base perfeccionarse en algo adecuado a su trabajo. Como siempre suelo decir, no es para nada despectivo trabajar en una fábrica o un taller, pues por más que la empresa sea pequeña hay muchas firmas en las que para poder operar máquinas y equipos se requiere no solo experiencia, sino bastante capacitación técnica y para eso es necesario que tengan una buena formación básica de la secundaria.

Es cierto que algunas familias latinas tienen ingresos bajos y están en los límites de la pobreza. En Japón, son aquellos que tienen ingresos de menos de 2 millones de yenes al año (aprox. 18.000 dólares). También, hay familias que están cobrando todo o una parte el subsidio de subsistencia para sobrellevar los gastos diarios, pero, aún con la desigualdad existente, con esfuerzo y paciencia deben hacer lo posible para que sus hijos terminen la secundaria superior, pues las ayudas públicas se han extendido a este ciclo también. Si no tienen dinero para pagar los estudios superiores pueden trabajar para ahorrar y con esos recursos optar por un «senmon gakko” (escuela técnica) para especializarse y estar en mejores condiciones para afrontar el futuro. Eso sí, no es cuestión de «estudiar lo que me gusta o que es fácil” sino «lo que el mercado laboral necesita o que puede llegar a necesitar”. Hay que ser más consciente y realista en la elección, para que luego sean empleables y objetos de una mayor capacitación.

 

Por: Lic. Alberto Matsumoto

www.ideamatsu.com

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