La comunicación con la escuela

comunicacion con la escuelaEste artículo está dirigido en particular a los padres de niños que se incorporan a la escuela pública, o a aquellos cuyos hijos ya se encuentran en el sistema, pero se preguntan qué hacer para mejorar su rendimiento. A algunos lectores de Latin-a les resultará familiar el contenido del artículo, pues ya el año pasado por estas fechas hice hincapié en lo mismo.

La clave del éxito en la escuela japonesa es la comunicación, diaria y constante, entre los padres y los maestros. A diferencia de otros países, el sistema japonés está diseñado para implicar a los padres de forma significativa e imprescindible en la rutina escolar. Si usted manda a su hijo al colegio y no tiene una comunicación fluida con los maestros, director y jefe de estudios, le aseguro que es como si solo la mitad de su hijo estuviera asistiendo a las clases.

Ser padre de un hijo escolarizado en Japón significa realizar tareas como las que se enumeran a continuación, aunque algunas pueden variar según la provincia o el municipio. Para empezar, es necesario mantener una entrevista personal con el maestro encargado de la clase al menos cuatro veces al año. La primera es una visita que el profesor realiza a la casa. Las otras tres tienen lugar en el colegio, una por trimestre. Además de esto, también se celebran reuniones de padres cada trimestre en las que el profesor explica los objetivos y la situación del curso. Estas reuniones tienen lugar normalmente en unos días en que se permite a los padres entrar en la escuela durante el transcurso de las clases para ver cómo se desarrollan. Es conveniente también participar de vez en cuando en alguna de las salidas o actividades donde se pide colaboración de los padres, y realizar algunas labores relacionadas con la Asociación de Padres y Profesores (PTA). Todos los años se celebran en sábado o domingo eventos como el Undokai (día del deporte) y Ongakukai (concierto). Asimismo, puede haber actuaciones añadidas de bandas o de deporte, y exposiciones de los trabajos de los niños en museos públicos.

Estos eventos son esporádicos, pero hay tareas diarias que no pueden ser ignoradas. Todos los días es necesario revisar la bolsa de las cartas y estar pendiente de aquellas que se refieran al funcionamiento de las clases, a los útiles que debe llevar el niño, etc. Entre las cartas aparece al principio de cada mes una con el calendario en el que se especifican los eventos extra y los planes para la clase. Además, el cuaderno de comunicación con los padres (renrakuchou) contiene información sobre lo que se hará al día siguiente, sobre cualquier cambio que se opere en el horario, además de sobre los deberes. Es necesario llamar al colegio si se tiene alguna duda sobre lo que explica el cuaderno. El jefe de estudios está siempre disponible para coger llamadas y averiguará la respuesta. Con respecto a las tareas, suele ser el caso que los padres deben revisar las respuestas y utilizar el lápiz rojo para mostrar los aciertos y fallos, y certificar con el sello personal el que el niño haya leído lo que tiene que leer en voz alta.

Por lo demás, los colegios tienen aulas de educación especial para atender a los niños con algún tipo de problema cognitivo o de desarrollo. Asimismo, en los municipios suele haber organismos de apoyo a la educación que pueden evaluar si el niño requiere asistencia especial, y la mayoría de ellos, un sistema de apoyo lingüístico por el que se envía a un traductor que ayuda al niño a integrarse y a entender el sistema si no domina el japonés. Si su hijo tiene problemas adicionales, los colegios también cuentan con un psicólogo con el que es posible entrevistarse para discutirlos.

¿Le parece agotador? Pues no lo piense, llénese de energía y entusiasmo, y tómeselo como la mejor herencia que puede regalarle a su hijo. Les aseguro que los profesores se vuelcan en ayudar a un niño cuyos padres están implicados. Cuando vea el progreso de su hijo y que sigue ascendiendo dentro del sistema, se alegrará de todos sus esfuerzos. Usted y el profesor compartirán un orgullo que no tiene precio.

 

Por: Montserrat Sanz Yagüe
Lic. en Filología Inglesa por la U.C. de Madrid
Dra. en Lingüística y Ciencias del Cerebro y
Cognitivas Univ. Rochester EE.UU. Catedrática
en la Universidad de Estudios Extranjeros de Kobe

 

You cannot copy content of this page