Ser felices, es un deseo común en todos los mortales. Sabemos que el hombre como ser social, para ser feliz, necesita sentir que «es parte de» un grupo humano, vivir ese sentido de pertenencia, de participación, de inclusión. Cuando, esta necesidad de estar incluido de participar, de pertenecer no está satisfecha, nuestras emociones se desestabilizan y vemos cada vez más lejos la posibilidad de ser felices.
La percepción de pertenencia en los niños
En el mundo infantil, en ocasiones, esta percepción de pertenencia no es bien interpretada y es incorrectamente manejada. Por lo general, la percepción errada de estar excluido se convierte en motor de malestar individual, mal comportamiento como estrategia para lograr la inclusión y como consecuencia, más malestar. Conocer la lógica de esta cadena de sucesos, puede ayudar a todos los que tenemos a nuestro cargo la educación de los niños a tomar decisiones efectivas que permitan corregir las percepciones erradas y mejorar el sentimiento de inclusión.
En palabras simples, esto no es más que conocer las razones por las cuales los niños se comportan mal y desarrollar los métodos efectivos para que los niños aprendan las habilidades y actitudes que necesitan para ser felices en la vida. El sentimiento y la actitud que subyacen en nuestras acciones determinan la manera en que hacemos las cosas. En este sentido es importante mirar las actitudes del niño, pero más que esto es fundamental tratar de entender por qué actúa de una u otra manera. Es decir, afinar nuestra percepción hasta encontrar el porqué de una acción determinada.
Como adultos debemos observar y crear
En el cuidado de la emoción, el adulto tiene la responsabilidad de crear un ambiente que invite a la cercanía, confianza y el respeto mutuo. Tendremos mayor éxito con los niños si nos preguntamos constantemente qué sentimiento está detrás de sus actos y qué sentimiento les producen nuestras acciones: estímulo o des-motivación.
Como ya lo mencionamos antes, el hombre es un ser social. En función de esta condición humana, los niños toman decisiones sobre sí mismos y sobre cómo comportarse. Normalmente estas acciones se basan en la auto imagen que tienen de sí mismos en relación con los demás y en lo que ellos creen que sienten los demás hacia ellos. Este es un proceso vital, los niños constantemente están formando creencias sobre sí mismos, sobre el mundo y sobre lo que deben hacer para sobrevivir y crecer.
En la búsqueda de la inclusión social, el niño se plantea metas a cumplir en el contexto social. A veces tienen ideas erradas sobre cómo lograr estas metas y como consecuencia se alejan de lograr la meta de la inclusión. La mala conducta, se basa en una percepción errada sobre cómo lograr la inclusión y la participación. Un niño con mala conducta es un niño que trata de decirnos con sus actos «estoy desmotivado y trato de sentir que soy importante, trato de participar, de que me tomen en cuenta, ¡INCLÚYEME!».
Cultivar el sentimiento de ser importante
Una manera de cultivar el sentimiento de ser importante para los demás, es hacer que los niños se comprometan a hacer algo por los demás. Mover el centro del mundo y hacerles ver que para participar, una buena manera es desarrollar el sentimiento de preocupación por el prójimo y el deseo de contribución social. Es muy importante enseñarles a tener interés social, darles la oportunidad de sentirse importantes haciendo algo por los demás y de desarrollar el sentimiento de que son capaces por medio de su experiencia. Si se sienten capaces, podrán desarrollar el sentimiento de la autonomía y la confianza en sí mismos. Así se sentirán preparados para ayudar a los demás y mejorar el sentimiento de estar incluidos, de ser importantes, de participar.
El sistema de compartir trabajos y responsabilidades puede ayudar a mejorar el sentimiento de inclusión, participación, al mismo tiempo que se desarrollan habilidades para la vida y permite que los niños experimenten el interés social de una manera más inclusiva. La inclusión a través de la participación es una buena alternativa para mejorar la autoestima, la visión de sí mismos en relación con los demás, el sentimiento de poder, mejorar el comportamiento y mejorar la percepción de la felicidad.
Dra. Adiene Roque de Hishiyama.
Dra en Educación de la Universidad del Norte de Paraguay. Investigadora de la Universidad del Norte de Paraguay e independiente. Máster en Psicología clínica de la Universidad de Belgrano de Buenos Aires. Especialista en enseñanza de español de la Universidad Pedagógica nacional de Colombia y de la Universidad de la Salle en Colombia. Licenciada en educación de la Universidad Católica Andrés Bello. Caracas. Venezuela.